Por
  • Carlos Ferrer Benimeli

Maridar y maridaje

Maridar y maridaje
Maridar y maridaje
Krisis'24

Sí, ya sé que la palabra ‘maridar’ es correcta desde antiguo. En diccionarios del siglo XIX encuentro que ‘maridar’ tiene tres acepciones, "casarse", "enlazar o unir" y  "unirse carnalmente", las mismas que en el actual DRAE. 

Pero ‘maridar’ quedó recluido en los diccionarios o en la poesía y dejó de usarse en la calle. Yo nunca he oído algo así como que "Carmencita y Manolo se van a maridar", ni tampoco me han invitado jamás a un ‘maridaje’, aunque sí a muchas bodas.

Hace más de cuarenta años, en España, imitando a los franceses, empezamos, para bien, una ‘nueva cocina’ y una elaboración más esmerada de los vinos. Pero con la ‘nouvelle cuisine’, y a partir de ‘marier’, que en francés significa simplemente ‘casar’ o ‘casarse’, se nos coló también ‘maridar’, lo que los traductores llaman una ‘palabra transparente’ (casi igual). Para los franceses ‘casar’ una comida con un vino es lo natural, pero a algún ‘snob’ español le debió parecer que eso de ‘casar’ tal plato con tal vino sonaba cateto y se aferró a un cognado de ‘marier’, haciendo así revivir aquel fósil de ‘maridar’. He vivido en Francia y allí ‘casar’ (‘marier’) siempre me resultó normal, pero aquí, en España, decir ‘maridar’ un vino con una comida me pareció, ya desde el principio, un papanatismo galomaníaco y cursi. Ahora nuestra gastronomía introduce bastantes galicismos en su lenguaje, dándole una afectada y falsa elegancia que el propio DRAE define como "galicursi". ¿Qué tiene de malo decir que tal vino ‘combina’ muy bien con tal plato, o que a tal plato ‘le va’ muy bien tal vino o que tal vino es muy ‘adecuado’ para… o que ‘acompaña’ estupendamente a… o que ‘casa’ muy bien con…? Los economistas, tan circunspectos ellos, hablan con total normalidad de ‘casar’ oferta y demanda.

La palabra maridar había quedado obsoleta en castellano, pero ha sido rehabilitada con poco acierto como un galicismo cursi en el lenguaje gastronómico

Las reseñas sobre vinos suelen terminar casi siempre con un epígrafe sobre el ‘maridaje’, en general con un repelente detallismo. Pero afortunadamente quedan catadores como Juan Luis Recio que rehúyen el ‘maridaje’ y emplean un lenguaje natural: "Excelente como aperitivo, acompaña con elegancia toda una comida", "combina muy bien con platos de...", "para degustar carne roja…", "para disfrutar con carnes al horno…", "ideal con platos de cocina moderna…".

Antes muertos que sencillos, ahora también se ‘maridan’ cosas muy variadas. En una feria del libro "se maridó música y literatura»" En una fiesta con reparto de longaniza: "Colesterol maridado con confeti" (un titular de muy dudoso gusto). En una tienda "se maridaron vinos y bolsos". En una cata "cada vino fue maridado con un grupo musical". O ‘maridas’ o no eres nadie.

Y amenaza además con extenderse a otros ámbitos y, sobre todo, con empobrecer nuestro vocabulario

Los franceses nos trajeron el ‘maridaje’ a la gastronomía pero algo tan francés como el ‘ménage à trois’ también ha terminado llegando al restaurant(e): leo en la prensa que un restaurante "ha diseñado un menú que ‘marida’ tres cosas: flores, productos de temporada y vino". Y en el reportaje parece que el ‘ménage à trois’ va más allá: "Los sabores, las texturas, los olores y, sobre todo, la vista, el ‘maridaje’ perfecto, una experiencia plena de sensaciones". ¡Las ‘sensaciones’ de un ‘ménage à quatre’, vamos!

Y para terminar y estar ‘à la page’, ¿lo de ‘maridar’ no suena también un poco machista?

Carlos Ferrer Benimeli es profesor jubilado de la Universidad de Zaragoza. Este artículo es un extracto de su libro ‘Topicazos, Gracietas y Cursiladas. Las gilipolleces nos invaden’ (Amazon)

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