Por
  • Celia Carrasco Gil

Rosa de labios

Rosa de labios
Rosa de labios
Wikipedia

No quisiera dejar que terminara el mes de la mujer y la poesía sin antes haberme acordado de Delmira Agustini, un sujeto líricamente enunciado en femenino, una voz poética que supo reescribir el deseo y el cuerpo de la mujer desde una lectura no androcéntrica de los mismos y desde un espacio en el que, entre Eros y Psique, la poeta luchó por la disolución de la habituales dicotomías.

Entre el cuerpo y el alma, Delmira Agustini hizo latir un puente en su palabra, abrochando el abismo. Y supo de la puerta como un breve umbral entre dos pieles, de la luz de los silencios que crepitan. "O rosario fecundo, / collar vivo que encierras / la garganta del mundo", escribió la poeta, testigo en su vívido lenguaje de un verbo encarnecido. Agustini, que subvirtió el espacio impuesto de la maternidad y desmintió la presunta imposibilidad de procreación y creación artística, trabajó desde un lugar de fecundidad poética en su escritura. Convirtió entonces su rosario en un poderosísimo símbolo erótico de retórica espiritual que, consagrado al dios griego del amor, fusionó en un mismo significante las cuentas del decir y las rosas del deseo, además del cuerpo en flor del yo lírico femenino, que en los poemas de Agustini se abre activa y voluntariamente al erotismo en su ardiente entrega e ilumina cromáticos sueños con la doble "rosa de labios" de su cuerpo. "Amor rojo, amor mío: / sangre de mundos y rubor de cielos… / Tú me lo des, Dios Mío", escribe la poeta. Y en dichas palabras, que vieron por primera vez la luz hace cien años, todavía palpita su lírico recuerdo, convertido para siempre en carne en flor que se engarza, desde su "cuerpo en gema", con la otra piel escogida para concederse al deseo.

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