Maite Pagazaurtundúa no tiene cabida

Maite Pagazaurtundúa, en Zaragoza.
Maite Pagazaurtundúa, en Zaragoza.
Oliver Duch

El 8 de febrero de 2003, un terrorista vasco disparó tres tiros de pistola contra Joseba Pagazaurtundúa Ruiz (Pagaza, para los amigos), sargento de la Policía Local de Andoain.

 Tenía 45 años, esposa y dos hijos. Había estado un tiempo en la facción etarra ‘político-militar’, la mayoría de cuyos miembros la abandonaron en 1982. Crearon Euskadiko Eskerra (EE). Con el tiempo, se unirían al socialismo organizado y a la UGT. Pagaza militaba también en la admirable ¡Basta ya! cuando lo asesinaron los correligionarios de Ternera y el Gordo (Otegi): Pagaza los perseguía, por lo que fue tildado de espía españolista y amenazado continuamente de muerte, como los suyos. Pidió el traslado a Álava. El PNV y ETA-Batasuna negociaban en Estella y los políticos del PNV suspendieron el traslado de Pagaza. Volvió a Andoain, donde mandaba Batasuna. Todos sabían qué podía suceder. Pagaza, cumplidor, no cejó, y con otros como él preparó una manifestación de apoyo a los amenazados por ETA-Batasuna ante la inacción criminal del gobierno del PNV. Dejó esto consignado en sus papeles: «Cada día veo más cerca mi fin».

La directiva de ¡Basta ya! publicó una nota: «Fue enviado al sacrificio por la indiferencia y hostilidad de las instituciones vascas». La máxima autoridad por entonces en el PNV, el partido hegémonico, era Arzalluz Antia; el ‘lehendakari’, Ibarretxe Markuartu; y el consejero de Interior, Atutxa Mendiola. Todos del santoral aranista, junto al obispo Setién Alberro, que eludía a las víctimas por las calles donostiarras.

Arzalluz fue cura muchos años y mandón e intemperante antes y después de serlo. Para sus devotos era ‘el guardián del caserío’. Otros lo tenían por carca y tiranuelo. A ojos de los más lúcidos, fue un integrista típico, digno sucesor del fanático Sabino Arana, inventor de Euzkadi (sic) y de la ‘ikurriña’, racista furibundo, fundamentalista católico confeso y tajante relegador de la mujer a los estrechos límites de la procreación y el cuidado de la casa al servicio del marido y la prole. Este amargado y triste personaje lo dejó todo publicado, junto a tantas manifestaciones de intenso odio a España y a los españoles, «la más vil raza de Europa». Por eso nadie puede negarlo.

Se recuerda mucho la carta que la madre de Pagaza, toda su vida sensible a la desdicha de los infortunados, dirigió al infatuado Patxi López en 2005. Predijo allí cómo López y los suyos prostituirían los fines del socialismo hasta extremos que «helarán la sangre». En la carta hay más cosas lúcidas que ya no se recuerdan: «La defensa de la vida y de la libertad y de la dignidad es más importante que el poder o que el interés del Partido Socialista. Sabes muy bien que mi hijo pensaba exactamente así. Y la defensa de nuestra dignidad como personas en las políticas antiterroristas es más importante que el mantenimiento de los actuales aliados del Partido Socialista. Te lo digo como lo pienso».

Y olvidada del todo, o casi, está su anterior rebeldía, en 2003, cuando clamó dolorida por la muerte de su hijo. Dijo Arzalluz, con insolente suficiencia: «Esa pobre mujer ha leído lo que le han hecho leer». Airada, pero contenida, Pilar Ruiz, acompañada por la viuda de Joseba, Estíbaliz, y por su hija Maite, replicó públicamente al ayatolá: «Aún no ha nacido el que me impida decir lo que quiero». Y retó a Arzalluz a que se lo repitiera «a la cara, en la televisión que quiera y como quiera». Y volvió a leer su carta. Arzalluz, astuto, decidió que callar era su opción menos mala.

Pilar Ruiz era una niña muy chica cuando, estando su padre preso(político) en Santoña, se embarcó para Francia con su madre y tres hermanos. El triste viaje acabó en Cataluña.

Esto cuenta Jorge Martínez Reverte: «Celestina Albisu lleva a sus cuatro hijos, la menor de tan sólo un año, por toda la geografía que marcan las estaciones de ferrocarril. Lleva muchos días peregrinando sin poder darles apenas nada de comer. En Zaragoza se topan con columnas de prisioneros republicanos, andrajosos y hambrientos. (...) Pilar, que tiene poco más de seis años y el pelo lleno de ricitos, despierta la ternura de esos hombres con destino incierto. Alguno la llama con un “chavala, ven”, y le da una onza de chocolate. Otro, un trozo de pan. A veces, a cambio de un beso. Como si fuera la hija a la que no pueden besar».

La niña de los rizos tiene hoy noventa y dos años. Su obra ha sido cumplir con su familia y su tierra, ayudar al desvalido y decir la verdad. Su hija Maite Pagazaurtundúa Ruiz es brava como ella. Filóloga dos veces, de rica expresión en español y en vasco, está, sin pretenderlo, en un nicho peculiar sobre la ajada política española. Igual a sí misma, en puestos ejecutivos del socialismo institucional (mano derecha de Fernando Buesa, asesinado por ETA) y en su actividad incansable en el parlamento vasco y en el europeo (por las listas de UPyD y como independiente con Ciudadanos), fue Premio Henneo en 2018.

El terrorismo, la corrupción y la xenofobia han tenido en ella un resistente muro. Dice que deja la política, mala noticia. Se ve que no cabe. Ojalá siga en la brecha. Como hizo su pasmosa madre.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión