Unos días para descansar y desconectar

Una de las salidas de la capital de España durante la operación de tráfico de Semana Santa.
Una de las salidas de la capital de España durante la operación de tráfico de Semana Santa.
Fernando Villar / Efe

Tienen la suerte muchos españoles, bastantes millones a juzgar por los desplazamientos que prevé Tráfico, de aprovechar estos días de la Semana Santa para tomarse un descanso de los afanes cotidianos, que para casi nadie son fáciles. Se van a la playa, al pueblo, a saborear la naturaleza o a conocer las celebraciones propias de una ciudad distinta. O al extranjero, gracias a las ventajas de esta época que ha consagrado los vuelos baratos. También el presidente del Gobierno de la nación se toma un respiro, que tiene derecho, en el palacete que posee el Estado en el parque nacional de Doñana, como solían hacer algunos de sus antecesores. El descanso de Sánchez, amén de que le aproveche a él, tal vez tenga también el efecto benéfico para la salud pública de ayudarnos a todos a desconectar un rato de la trifulca nacional. Que la hipertensión política, a la que nos hemos vuelto adictos, es aún más peligrosa que la arterial. Y al presidente, por cierto, pero no al erario, el vuelo le sale especialmente barato. Gratis total. Aunque ayer tuvo un pequeño susto. El famoso Falcon presidencial sufrió una avería en pleno vuelo, parece que de poca importancia, pero la suficiente como para que la prudencia aconsejase interrumpir el viaje y cambiar de aeronave. Afortunadamente, el presidente tiene un recambio a su disposición. Alguna neurona malévola podría pensar que no es raro que el avión de Sánchez se estropee, dado el uso intensivo que hace de él: tanto va el cántaro a la fuente... Pero es igual, dejémosle tranquilo en las marismas por unos días y que la política nos conceda una tregua de Pasión y Pascua a los españoles, que falta nos hace. Eso sí, como señala hoy mismo uno de nuestros lectores en la sección de Cartas al Director, nótese el contraste entre el desplazamiento aeronáutico del presidente y el viaje en coche, un par de días antes, de la familia real. Que además permitió a los reyes y a la princesa conocer un estupendo restaurante aragonés.

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