Por
  • Julio José Ordovás

Barrionalismo

Barrionalismo
Barrionalismo
Pixabay

Ha llegado el barrionalismo como una doctrina nueva, como otra etiqueta tenuemente ideológica. Barrionalismo es una derivación posmoderna de nacionalismo, un sinónimo cuqui de aldeanismo, solo que ahora, en vez de presumir de pueblo, se presume de barrio, que es aún más tonto que presumir de coche, de novia o de equipo de fútbol.

Es comprensible que hace cincuenta años hubiera gente que proclamara que su pueblo era el mejor del mundo, entre otras cosas porque esa gente nunca había salido de su pueblo salvo para hacer la mili, pero ahora que se han desangrado los pueblos y se han homogeneizado las ciudades, hacer de tus raíces barriales una profesión de fe, una militancia, resulta bastante ridículo.

Uno no es de donde hizo el bachillerato, como decía Max Aub. Uno es de donde paga la hipoteca. La hipoteca es lo que te sujeta de verdad a un trozo de asfalto, lo que te ata a un barrio y no a otro.

Se pretende sustituir el orgullo de clase por el orgullo de barrio porque la lucha de clases ya no es el motor que mueve el mundo. Esa mitología proletaria de la que blasonan los barrionalistas es más falsa que el bolso ‘fake’ de Gucci con el que posa la ‘tiktoker’ de turno.

En el barrio obrero, como en cualquier otro barrio, los dueños de todos o de casi todos los bares son chinos. Los chinos, que son más listos que los americanos, nos están colonizando a través de los bares, últimos reductos de la idiosincrasia española, pero a nosotros eso nos importa poco, porque además de que nos ponen la cerveza más barata nos dan un plato de cacahuetes. Y en las terrazas de esos bares es donde vemos a los barrionalistas, con sus jarras de cerveza y sus móviles, cascando cacahuetes y tuiteando tontadicas. 

Julio José Ordovás es escritor

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