¿Inteligencia artificial?

¿Inteligencia artificial?
¿Inteligencia artificial?
Heraldo

Como bien han comprendido, está claro cuál es el tema de hoy. En los últimos años estamos asistiendo a la explosión de la inteligencia artificial, IA. Para algunos parece la panacea y para otros las siete plagas. Nos va a permitir hacer cualquier cosa o nos va a poner a todos de patitas en la calle. 

Espero que ni lo uno ni lo otro. Pero este no es el tema. Lo que me preocupa es que, detrás de la IA, hay algoritmos matemáticos programados por personas que han establecido dónde buscar información, cómo buscarla y cómo responder a las preguntas hechas, pero conociendo bastante del que pregunta. Nada es inofensivo. Cuando se pide una recreación de un hecho, la IA, es decir el algoritmo, necesita unos ‘inputs’ de entrada sobre qué se busca, quién lo busca y, muchas veces, para qué se busca. La respuesta dependerá de ello. Los más proclives me verán como muy negativa ante los usos que se están difundiendo de la misma, pero ver a candidatos políticos creando imágenes y textos falsos, solo para decantar la opinión pública, no me parece el mejor argumento a favor.

Las aplicaciones de inteligencia artificial que estamos viendo últimamente no parece que tengan todavía demasiada utilidad para las personas

Como ejemplo del riesgo del mal uso que se puede hacer de la IA y los algoritmos quiero citar a los que manejan los mercados de valores desde hace bastantes años. Básicamente funcionan con dos premisas. Si sube, compra, y si baja, vende. Esto es lo que la mayoría de los expertos financieros dicen a sus clientes para mantener la rentabilidad de la cartera de valores. Pero también están usando una segunda proposición, esta solo para iniciados. Si sube mucho, vende mucho y si baja mucho, compra mucho. No, no me he equivocado en el orden. Si lo leen despacio verán que esta es la única forma de que alguno gane un montón de dinero en un mínimo espacio de tiempo o se haga con el control de una empresa por cuatro duros. La clave está en saber cuánto es mucho. Pero siempre hay algunos con mucha intuición, o información privilegiada, que lo saben.

Pues este es el riesgo que corremos con la IA. Cuando se crea información, que parece cierta y razonable, todo el mundo la acepta pero no tiene ningún efecto. Ahora bien, si lo que se emite es toda la verdad y nada más que la verdad, inmediatamente se pone en duda y, desgraciadamente, suele ser tomada por falsa, o exagerada cuanto menos. Si lo que se propone es una aberración absoluta, tiene lugar el fenómeno contrario y demasiadas personas abrazan la idea como clarificadora, casi una revelación. Como en la bolsa, pero aplicando solo la segunda premisa.

En cambio, para el exhibicionismo en las redes su uso se ha disparado, y la sufrimos además como herramienta de desinformación

Como puede verse no estoy demasiado entusiasmada con la IA si no supera este estado infantiloide en el que está. Para lo que vale de importante aún no vemos utilidades para las personas. Para lo inútil, como el exhibicionismo en redes sociales, su campo está siendo tan extenso como el propio mundo digital. Para lo más peligroso, la desinformación e inclinar la opinión pública hacia determinadas ideas, ya hace tiempo que la estamos sufriendo y, es posible que, a partir de noviembre de este año, todo ello vaya en aumento.

Si no somos capaces de controlar estos nuevos desarrollos, por medio de legislación pública pero también de nuestro propio sentido común, caeremos en las redes de demagogos sin escrúpulos que solo buscan sus intereses. Solo me cabe decir que si no vemos algo mejor que lo que hemos visto hasta ahora, en vez de inteligencia artificial voy a preferir estupidez natural.

Ana Isabel Elduque es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza y decana del Colegio Oficial de Químicos de Aragón y Navarra

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Ana Isabel Elduque en HERALDO)

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