La banalidad de la vida cotidiana

La banalidad de la vida cotidiana
La banalidad de la vida cotidiana
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Hay muchas películas que ver, pero hay una imprescindible: ‘La zona de interés’, de Jonathan Glazer. No es una película más sobre el Holocausto. No se ve ni una sola imagen del genocidio aunque se intuye lo que pasa tras las alambradas. 

Habla de la vida idílica de las familias nazis en la zona de confort o interés que se extendía 40 kilómetros cuadrados alrededor de Auschwitz, uno de los mayores mataderos de la historia que, junto a Treblinka, también en Polonia, y Jasenovac, en Croacia, forman la cúspide del horror nazi y ustacha (fascistas croatas) en la Segunda Guerra Mundial.

Muestra la vida cotidiana del comandante nazi Rudolf Höss, su esposa (interpretada por una inmensa Sandra Hüller) y sus cuatro hijos, incluida la pequeña Annegret, nacida en Auschwitz. Hay fiestas de cumpleaños, comilonas, baños en una paradisiaca piscina o paseos en piragua. Vida idílica de los verdugos y sus familias a pocos metros del espanto.

Los ejecutores de las políticas exterminio como el Holocausto podían llevar una vida personal y familiar aparentemente normal, banal incluso

Basada en un estremecedor texto del gran escritor Martin Amis, vemos la banalidad de la vida cotidiana de los funcionarios nazis que trabajaban en aquella fábrica de exterminio. Esos hombres y mujeres que empezaban la jornada con un desayuno familiar y poco después ordenaban la matanza sin fisuras morales y acababan el día ayudando a hacer deberes a sus hijos, tomando copas y engendrando más hijos.

Cuando hablo de la banalidad del mal en conferencias siempre pongo como ejemplo a Höss, uno de los mayores criminales que han existido, "aunque su culpa, no escrita en su código genético ni el hecho de haber nacido alemán, reside en no haber sabido resistir la presión que un ambiente violento ejercía sobre él", como escribió Primo Levi, superviviente del Holocausto, en el prólogo de las memorias de Höss, tituladas ‘Yo, comandante de Auschwitz’. Un hombre del montón, ambicioso y preparado para cumplir órdenes y que actuaba con una gran frialdad. Un perfeccionista del horror que instaló un tobogán en la piscina para que sus hijos se divirtieran mientras decidía si era mejor ametrallar al borde de la fosa o envenenar con Cyclon B.

Parecían hombres del montón, pero eran capaces de combinar el cariño por sus hijos con la fría matanza de personas indefensas

Höss fue detenido en marzo de 1946 y ahorcado en el campo de exterminio en abril de 1947. Por recomendación de su abogado escribió unas memorias muy determinantes para entender el modo de pensar de los altos funcionarios nazis. "¡Führer, ordena, nosotros te seguimos!, representaba mucho más que una simple fórmula. Para nosotros, esas palabras tenían el valor de un solemne compromiso", se justifica cobardemente. "Quedaba fuera de mis atribuciones poner en tela de juicio la necesidad o no del exterminio de los judíos", escribió.

Rubén Chamorro, director de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), el principal centro de torturas y exterminio durante la dictadura argentina, vivió durante tres años en un apartamento colindante a las celdas donde nacieron los hijos de las detenidas en la clandestinidad. Su hija Berenice traía a amigas del colegio a merendar. Andrea, una de ellas, vio un día cómo bajaban de un automóvil a una mujer encapuchada, encadenada de pies y manos. "Pasa algo parecido a lo que vemos en ‘SWAT’ (una serie policial). Persiguen y capturan a los malos", fue la repuesta de su amiga cuando le preguntó.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Gervasio Sánchez en HERALDO)

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