Vivir juntos
Asistir a la persistencia de las dramáticas vivencias de los gazatíes y observar que los poderes con mayor capacidad de influencia son incapaces de lograr un alto el fuego y ni tan siquiera que lleguen los alimentos necesarios para que la población de Gaza no muera de hambre, deja un amargo sentimiento de impotencia.
Para huir de él, busco otras señales. Creo que todavía es posible encontrar atisbos de esperanza si se escucha la voz de algunas minorías, a las que bien podemos calificar de admirables. Es la voz de quienes se unen saltando por encima de los bandos y defienden una solución justa, movidos por la convicción profunda de que, bien como vecinos de dos estados o como ciudadanos de un mismo estado, finalmente, hay que vivir juntos. Realismo puro. Quienes buscan la paz pueden ser minoría, pero son el humus necesario para dejar atrás el odio. El ejemplo y el trabajo entre la sociedad civil de estas minorías pueden conducir a elegir líderes diferentes, capaces de dar pasos hacia ese futuro de convivencia pacífica.
Un ejemplo de movimiento que une a judíos y árabes que tienen claro que no será matándose mutuamente como se alcanzará la seguridad y la paz, es el movimiento ‘Standing Together’ (Juntos en pie). Defienden el fin de la ocupación y de la masacre en Gaza, un acuerdo para liberar a los rehenes y negociar una paz justa, con una solución que permita a todos vivir con derechos y libertad. El pasado mes reunió a cinco mil personas en Haifa, en lo que llamaron "una conferencia de vida". Ojalá la voz de estas minorías admirables, idealistas-realistas, se convierta en clamor.
Carmen Magallón es presidenta de la Fundación SIP y Honoraria de WILPF