Por
  • Manuel de Miguel

Este año tampoco

Fotos del segundo entrenamiento de Víctor Fernández con el Real Zaragoza
Fotos del segundo entrenamiento de Víctor Fernández con el Real Zaragoza
Toni Galan

Amanecía una nueva temporada. A mediados de agosto escribí ‘Este año sí’, un artículo del que, si fuera prudente, debería avergonzarme y desear que nadie lo recuerde. Al contrario, lo recupero hoy como un ritual de autoinmolación.

Aseguraba con sólo una jornada disputada que el Real Zaragoza había fichado pronto y bien, que contábamos con una plantilla equilibrada y motivada, que por fin no era un sinsentido prever el ascenso a Primera División, el retorno a donde siempre debimos permanecer.

Me surgen justificaciones: en los dos primeros entrenadores no hemos acertado, mala suerte con las lesiones de nuestro capitán (Cristian), de los fichajes más prestigiosos del verano (Bakis) y del invierno (Guti). Pero tras tanta humillación y desesperación prolongada un año más, se me derrumban los argumentos.

Al repescar ese artículo veraniego, debo pedir perdón, aunque no lo merezco. Mi única excusa posible es el zaragocismo que nació en mi primer partido en La Romareda (6-0 al Granada, 2-3-1969) y creció luego en la mítica grada de Infantil, que tantos de mi generación recordamos con pasión y añoranza.

Mi cariño por este club obtuvo la máxima recompensa al ser elegido para un cargo de su estructura. Disfruté de vivir en los vestuarios, en el autobús o el chárter en los viajes, en las desaparecidas oficinas, el día a día del club, en una etapa en que contábamos con uno de los mejores equipos de nuestra gloriosa historia. Como la conozco bien, quien ha celebrado 6 Copas del Rey y 2 títulos europeos es lógico que no pueda asumir derrotas como las recientes en la Romareda contra Cartagena y Amorebieta, clubs contra los que ni siquiera teníamos que habernos enfrentado en una liga jamás.

¿Puedo alegar enamoramiento por el Real Zaragoza como eximente o atenuante ante la ofuscación y el criterio confundido? La realidad, un año más, insiste y persiste: el ascenso queda lejísimos, ubicados más cerca del descenso que del play-off. Me he equivocado. Este año, tampoco. Aunque me temo que, y con Víctor más todavía, el próximo volveré a ilusionarme.

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