El lento y complejo camino a la igualdad
En pleno siglo XXI, ningún país ha logrado plenamente la paridad de género. Lo dice Naciones Unidas, un organismo internacional que no es sospechoso de estar controlado por mujeres que buscan imponer al hombre sus criterios, ejerciendo abusos de un poder que pocas tienen.
La manipulación, muy al contrario, la ejercen quienes deslegitiman por sistema al movimiento feminista y meten en el mismo saco a todas las mujeres que cada 8-M, desde las manifestaciones, desde su casa o desde su trabajo, se rebelan contra la violencia machista, porque mata, y contra una desigualdad que persiste más de lo deseado. No porque lo digan las feministas; Naciones Unidas lo ha constatado.
Pero sería injusto ver el vaso medio vacío. Avances ha habido, pero a un ritmo más lento de lo esperado. No basta con presumir de gobiernos feministas, hay que afianzar políticas para exigir igualdad en la empresa, la cultura, en el deporte, en casa. Porque esto no va de cuotas, va de méritos, y de reconocer la valía de un trabajador con independencia de su sexo.
La igualdad no es solo cosa de mujeres; jamás será real si no se implican los hombres. Y no habrá avances mientras se venda que ellas quieren un ‘quítate tú para ponerme yo’ que demuestra que una buena parte de la sociedad sigue sin entender nada.
En aclarar estos mensajes debería trabajar un Ministerio de Igualdad que se recuerda más por lo mucho que ha hecho mal que por los avances que ha logrado. Y es una pena. No ayuda esta España de pandereta, reino de la polarización política y del ‘y tú más’ al hablar de corrupción, a fijar el foco en lo que a muchas preocupa. Junts y ERC guardan las llaves de la Moncloa, y solo cediendo con la Ley de Amnistía se salva un Gobierno.
La igualdad puede esperar. Por eso figura España entre los países donde no hay paridad. Es Naciones Unidas la que lo denuncia.
