Esperanza en el futuro

El progreso de los derechos de las mujeres favorecerá el fortalecimiento de la democracia.
El progreso de los derechos de las mujeres favorecerá el fortalecimiento de la democracia.
Guillermo Mestre | G

El próximo viernes celebramos el Día Internacional de la Mujer. La participación y, sobre todo, la visibilización femenina se han incrementado considerablemente en una parte del mundo. 

En otra gran parte, las mujeres siguen siendo las grandes olvidadas, víctimas del hambre, la pobreza y la violencia. Cualquier balance que nos propongamos hacer sobre la evolución del papel social de la mujer en nuestro país en los últimos años tiene que empezar reconociendo que el cambio ha sido importante. Un cambio mayor cuanto más largo sea el período de tiempo que se analice. A mí siempre me gusta recordar que es en la Ilustración donde se basa, no la igualdad con el hombre, sino la igualdad bajo el genérico humano.

Hoy más que nunca es necesario acordarse de que una democracia que acepte, directa o indirectamente, restringir a una parte de su ciudadanía el pleno ejercicio de los derechos y libertades establecidos en su Constitución es una democracia iliberal.

Siempre he entendido que la política democrática debe hablar de futuro. No deseo justificar lo que entre todos hemos construido, tampoco anclarme en un pasado que me puede resultar atractivo y nostálgico. Soy de las personas que creen que la democracia, es un proyecto de futuro, necesario de renovar. Y, por tanto, el progreso económico, social, educativo, de las mujeres en nuestro país en estos cuarenta años es el instrumento más eficaz para consolidarla y fortalecerla.

Estamos viviendo una situación en la que las consideraciones éticas se están subordinando a lealtades partidistas. Es necesario analizar cuál es el mal y extirparlo entre todos. Entrelacemos democracia, progreso y futuro y así estableceremos relaciones causales sólidas, que generen confianza y seguridad. Parece evidente que el tiempo, la progresividad y la universalización de derechos y oportunidades han sido los escalones que nos permiten lograr un futuro esperanzador.

Si dejamos de hablar y pensar en un futuro, bien sea por miedo, duda o desconfianza, éste deja de ser un objetivo compartido y pasa a ser un sombrío horizonte. Por lo tanto, la esperanza y la confianza en alcanzar los sueños y mejorar las realidades será la energía democrática más poderosa. Mientras haya esperanza en el futuro, habrá democracia. Si eso no sucede, el pasado se desplomará como una noche helada y fría sobre nuestras vidas.

Esperanza en el futuro tienen los habitantes del Frago que celebran la reapertura de su escuela. Decidir el cierre de una escuela siempre me ha parecido el comienzo de la muerte de un pueblo. Una de las que más me entristeció fue la del Frago, dado que conocía el papel que habían desempeñado los maestros y maestras en posibilitar a muchos alumnos y alumnas del pueblo poder estudiar. Su alcalde está feliz cuando nos recuerda que en 2017 eran 27 vecinos y ahora son 73. Han logrado reabrir la escuela 32 años después. Nos lo cuenta Carmen Romeo, fiel a su historia y a su tierra, en la presentación de su libro: ‘El Frago, 1901. Por enseñar a las niñas’. Hoy se presenta en el Palacio de Sástago.

En estos tiempos de agotamiento del interés común, de la crisis de la polis democrática y de la aún constante discriminación y violencia de género es un ejemplo transformador y esperanzador.

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