Ni un momento de respiro
Verdaderamente a este Gobierno se lo ponen todo muy cuesta arriba, siempre le vienen mal dadas.
A Sánchez le ha tocado lidiar con una pandemia, la erupción de un volcán, una guerra en Ucrania, la batalla de Waterloo, el aceite por las nubes, los tractores en la calle, una vicepresidenta que cuando quiere sumar resta y que ahora además va por libre con más peligro que un bólido, una fachosfera sobrecargada de energías negativas, una debacle histórica en Galicia y un barón regional, en la tierra de Don Quijote, que encima anda metiendo el dedo en la llaga. Y por si fuera poco, se le añade un escándalo de corrupción en sus filas de los de libro, y con el delicado tema de las mascarillas. Con tantas cosas en el aire, habría que ser un consumado malabarista para que no se te caiga un plato al suelo. Pero ojo, que a Sánchez no se le dan mal los juegos de manos.
Es curioso el personaje de Koldo García, daría mucho juego en una película de Berlanga o de Buñuel. Pasó de ser portero de discoteca a custodiar los avales de Pedro Sánchez en las elecciones primarias de 2017, las que lo convirtieron en secretario general del PSOE. Y de ahí, al parecer por recomendación de Santos Cerdán, a chófer de un ministro. Y de chófer a asesor. Con asesorías así, quizás no sea raro nada de lo que viene ocurriendo en España.
El caso es que al presidente del Gobierno no le dejan ni un minuto de respiro, le toca correr sin parar, como al protagonista de ‘Con la muerte en los talones’. Aunque Cary Grant me parece que caía más simpático. A Sánchez, insisto, se le dan bien los malabares y tiene trucos y tratos para dar y vender, pero va a ser difícil que pueda controlar tantos frentes sin que ninguno se le venga abajo. Y aún más difícil, que acierte a elaborar unos Presupuestos o a atender, en serio, a las muchas cosas que en el país requieren atención urgente mientras se pregunta: ¿qué será lo próximo?
