El intento de zanjar el escándalo de las mascarillas
El Partido Socialista intenta atajar las consecuencias políticas del escándalo en torno a la compra de mascarillas forzando la dimisión como diputado del exministro José Luis Ábalos.
La renuncia de Ábalos parece obligada, dada su clara responsabilidad política, pero el ya conocido como caso Koldo ha abierto un nuevo frente para Pedro Sánchez y no será fácil controlar sus secuelas ni impedir que se convierta en un argumento más para el desgaste del Gobierno.
Koldo García Izaguirre, principal implicado en el caso del cobro de comisiones ilegales por la compra de mascarillas durante la pandemia, fue asesor de José Luis Ábalos en el Ministerio de Transportes, después de haber sido su chófer y escolta, y se prevalió de ese puesto para el ilícito negocio del que se le acusa. De manera que la responsabilidad política de Ábalos parece evidente. No obstante, a pesar del ultimátum que le dio ayer la ejecutiva socialista, el exministro aún no ha renunciado a su escaño en el Congreso, que le sirve de parapeto judicial. Si no lo hace el PSOE tendrá que decidir su expulsión del partido y del grupo socialista, lo que podría afectar a la precaria mayoría parlamentaria en la que se apoya el Ejecutivo. Pero de cualquier forma, no está claro que la renuncia de Ábalos sea suficiente para cortar en seco las secuelas del escándalo. Hay que tener en cuenta que Koldo García también tuvo relación con el actual secretario de Organización socialista, Santos Cerdán, y que el gobierno balear de Francina Armengol, hoy presidenta del Congreso, y el canario de Ángel Víctor Torres, hoy ministro de Política Territorial, también compraron mascarillas con su intervención. Y García incluso colaboró en la campaña de Sánchez para las primarias de 2017, todo lo cual implica que la dirección socialista depositó en él un grado notable de confianza. De manera que las repercusiones políticas del caso distan de estar aclaradas.
