Llegarán rigurosos estudios científicos, pero creo que estamos en disposición de afirmar que se ha debido observar en los habitantes de los barrios y pueblos del oeste de Zaragoza una paciencia de las enfermedades nunca antes detectada en humanos.

Anginas, bronquitis, virus… capaces de esperar hasta 15 días para pasar por consulta, a tenor de los plazos que los vecinos denuncian recibir cuando intentan coger cita para ver a su médico en el centro de salud de Casetas. Vecinos que, ante la imposibilidad de una atención en el tiempo debido, acuden a esas Urgencias hospitalarias a las que deberíamos acudir solo cuando sabemos que nuestra salud realmente lo requiere.

La situación, que se alarga en el tiempo (y en los nervios, y en la paciencia), está empezando a organizar a los vecinos del barrio y pueblos limítrofes en recogidas de firmas que serán útiles; como también es profundamente útil el buzón de quejas y sugerencias de la web del Gobierno de Aragón, destinado a recibir críticas del funcionamiento de los servicios públicos y que también existe en formato presencial.

En una época de sociabilidad digital, olvidamos que la queja debe trascender de nuestro Facebook o Twitter (yo le seguiré llamando Twitter y si a Elon Musk le molesta, lo siento), y que las Administraciones públicas tienen canales oficiales para conocer bajo número de registro nuestro malestar. En este caso, el colapso de una Atención Primaria que se extiende como un peligroso veneno por todo el país y que no solo afecta al paciente.

En el propio Casetas, no hace mucho que profesionales del centro de salud tuvieron que manifestarse tras varios casos de intolerables agresiones. Esto denota una curiosa situación por la cual, pacientes y sanitarios se encuentran en mitad de un bocadillo de caos gestor arrastrado desde el anterior Gobierno, que muchas veces desemboca en el enfrentamiento entre los que, de un modo u otro, son víctimas.

Cuántas guerras se han perdido por no encontrar al auténtico enemigo y cuántas cosas buenas nos perdemos por no sentarnos a hablar.

Juanma Fernández es periodista

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