La Feria Internacional de la Maquinaria Agrícola se ha celebrado esta semana en paralelo a las protestas de los agricultores, pero con absoluta normalidad, lo que muestra el respeto de los profesionales del campo aragonés hacia un certamen que ha cumplido sesenta años y que es un referente internacional para la tecnología agrícola y ofrece la oportunidad de reflexionar sobre los problemas y el futuro del sector.

Los 167.000 visitantes que ha recibido FIMA en su 43ª edición la consolidan como uno de los eventos comerciales más importantes de Europa y una referencia fundamental en el ámbito de la tecnología agrícola. Las 1.237 marcas que han acudido este año a la Feria de Zaragoza, desde 35 países distintos, han ocupado cien mil metros cuadrados y han aportado una amplia muestra de la maquinaria y las soluciones técnicas más avanzadas para la actividad agraria. La agricultura es, desde hace mucho tiempo, una actividad muy tecnificada, que requiere por ello importantes inversiones. Y no cabe duda de que el futuro estará ligado a la innovación y a nuevos desarrollos tecnológicos, entre ellos la digitalización y la aplicación de la inteligencia artificial, de los que se habló en FIMA dentro del IX Foro Nacional de Desarrollo Rural. El arraigo de esta feria en la capital aragonesa ha facilitado estos días su convivencia con unas movilizaciones, también numerosas, con las que los profesionales del campo defienden sus reivindicaciones. Un certamen como FIMA, en definitiva, viene a subrayar la importancia económica de los agricultores, cuyo quehacer, además de proporcionar alimentos y materias primas, dinamiza los sectores industrial y de servicios, con un impacto positivo en el conjunto de la economía. Para Zaragoza, FIMA es uno de sus emblemas como ciudad comercial y de congresos, pues atrae visitantes, aporta negocio a los hoteles y la hostelería y eleva su perfil tanto en el orden nacional como en el internacional.