Por
  • Carmen Magallón

SOS Gaza

Explosiones en la Franja de Gaza.
Explosiones en la Franja de Gaza.
AP/LAPRESSE

La población de Gaza necesita que levantemos la voz en su nombre. No podemos asistir callados ante un genocidio que se consuma poco a poco. Primero fue el ataque de Hamás, los muertos, las violaciones, los rehenes: hechos difíciles de olvidar, familias sufriendo por sus seres queridos todavía en manos de sus captores. 

No es el primer episodio de esta cruenta guerra. Antes vino el establecimiento de un régimen de ocupación sobre los palestinos, sometidos a destrucción de sus casas y dificultades crecientes para vivir sin sobresaltos. La estrategia de la violencia siempre estuvo servida. Y continúa. El derecho a defenderse de Israel se convirtió en la masacre de la población de Gaza, obligada primero a desplazarse del norte al sur de la franja, mientras se sucedían los bombardeos; y ahora de nuevo obligada a desalojar el sur: ¿Hacia dónde? ¿Hacia la Luna, como ha dicho el encargado de coordinar la acción exterior de la Unión Europea, Sr. Borrell, convencido de lo cruel e imposible que es cumplir esta orden?

Los líderes importan y Netanyahu es responsable máximo. Las familias de los rehenes le presionan para que negocie, Biden le pide que proteja a la población civil, pero las palabras no parecen doblegarle, acosado por su necesidad de eludir enfrentarse a sus propios tribunales. Para forzar el urgente alto el fuego habría que pasar, dicen los expertos, a los hechos: suspender los acuerdos comerciales preferenciales que la UE mantiene con Israel y cortar el suministro de armas que le llegan de EE. UU. y muchos otros países. ¿Acaso es posible apagar un fuego si se sigue echando leña?

Carmen Magallón es presidenta de la Fundación SIP y honoraria de WILPF

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