Resulta bien interesante el ‘Estudio sobre el modelo de gestión del agua en España y propuestas de mejora’ elaborado por la empresa castellonense Facsa, especializada en tecnologías hídricas.

Presenta una gran cantidad de datos, de manera comprensible para cualquier interesado, que nos ayudan a hacernos una idea de cuál es la situación de nuestro país ante el reto de asegurar un adecuado suministro de agua en tiempos de cambio climático. Una situación difícil, pero de ninguna manera desesperada. España es uno de los países de Europa que sufre un mayor estrés hídrico, pues utilizamos un 43% del agua disponible. Pero es curioso que este dato sea considerablemente peor en Bélgica (51%), donde llueve mucho más que aquí. Lo que demuestra que la cantidad de precipitaciones no lo es todo. Debe preocuparnos la tendencia decreciente, a lo largo de este siglo, de las reservas de agua embalsada, medidas en la última semana de cada año. Sin embargo hay otros datos más halagüeños. Por ejemplo, el salto que dio en 2004 el volumen de agua reutilizada, que llegó a los 14 hectómetros cúbicos diarios, marcando un camino por el que seguro que se puede seguir avanzando. Y si es sabido que la agricultura es la actividad que consume más agua, resulta esperanzador saber que mientras que desde 2004 la superficie regada ha crecido en un 16%, hasta los 3.800.000 hectáreas, sin embargo el agua utilizada para riego... ¡ha disminuido en un 15%! Una evolución debida en gran parte a la difusión del riego localizado o por goteo, que supone ya el 53% de la superficie. Se están haciendo cosas para ahorrar agua sin perder riqueza y se pueden hacer más. Los autores del informe señalan que en términos de metros cúbicos de agua por cada dólar de PIB España ha experimentado en los últimos años una notable mejora de la eficiencia. Pero advierten de que no podemos dormirnos en los laureles y que los problemas son muchos y serios. Sugieren cambios en los mecanismos de gobernanza del agua, que se invierta con urgencia en la mejora de las infraestructuras hidráulicas (¡ay, esos agujeros por los que se pierde el agua!) y que nos apliquemos como posesos en la investigación y la innovación sobre todos los procesos relacionados con la gestión del agua. Pue eso.

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