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Cartas al director de HERALDO: Las pequeñas cosas

El Ebro, la basílica del Pilar y el puente de Piedra de Zaragoza
El Ebro, la basílica del Pilar y el puente de Piedra de Zaragoza
Guillermo Mestre

Las pequeñas cosas

Alguien me dijo: "Sigue disfrutando con las pequeñas cosas". Hoy voy a indagar qué son las pequeñas cosas. Soy una persona muy mayor. Vivir tantos años te lleva a replantearte tu vida y con ella todas esas pequeñas cosas. ¿De verdad lo son? 

Me levanto por la mañana y generalmente no hay luz, me asomo al balcón y miro al cielo, y dedico un recuerdo a mis amores (mis hijos y mis nietos), todos bien, repartidos entre varios continentes. Voy a la cocina, tomo una cucharada de miel, exprimo una naranja y bebo un café con leche acompañado de bollería. Lo siguiente, el cuarto de baño, una de las habitaciones donde suceden más accidentes domésticos. Superada la prueba me siento en el cuarto de estar, con mi dietario y el periódico. Éste lo divido en tres partes, los artículos de opinión y los pasatiempos se quedan para la tarde. Si hay santo, cumpleaños o aniversario, lo tengo en cuenta. Y ya me preparo para salir al mundo, ahora acompañada, un brazo me es de lo más necesario. Supone muchas cosas buenas, seguridad, confianza y cariño. Zaragoza, mi ciudad, es una ciudad peculiar, no sé de otra donde la gente salga a la calle para ir a ver a una virgen. Al salir de la Basílica, en un par de pasos me asomo para ver a nuestro ‘padre’ el Ebro. Me queda la televisión, noticias que debo oír aunque algunas duelan tanto, con suerte hay deportes, una película procuro que no me falte, ¿actual, antigua, vista más de una vez? Y al fin de la tarde necesito oír música. Llamadas telefónicas y un momento para pensar, ¿he estado bien?, ¿y todos mis amores? Me encamino con cuidado a mi habitación, me meto en la cama, no sin antes dedicar un ratito a las fotos de mi mesilla; y cuando me empiezo a dormir, me pregunto: "¿De verdad son pequeñas cosas?"

Pilar Cavero García-Rivero. ZARAGOZA

El hartazgo del campo

Cuando en toda España la gente del campo y sus tractores hemos salido al unísono a manifestarnos y sin ser convocados por ninguna organización, hay demasiadas cosas que no se están haciendo bien y desde hace muchos años. Los sindicatos agrarios tendrán que reflexionar, porque se les ha demostrado que no los necesitamos, que no nos sentimos representados ni defendidos. ¿Cuántas veces se han parado a pensar en los precios míseros que pagan a los agricultores en comparación con el precio que pagan al comprar en los mercados; en las veces que dejan sin recoger la cosecha porque no les compensa pagar jornales? Los que se creen ecologistas, ¿qué parte de su sueldo dan a los agricultores a los que obligan a dejar el 7% de sus fincas cultivadas, pero sin recoger para que se alimenten los pajaricos, o que ven que especies invasoras o cuya reproducción no se controla se les comen las cosechas o roen viñedos y frutales, pensemos en jabalíes, conejos, cabras, corzos, castores…? Para los que conocen poco la problemática del campo, les explicamos el porqué de nuestro hartazgo. Una PAC mal hecha con unas exigencias medioambientales insostenibles y que ningún político ni sindicato ha hecho nada por cambiar, aplicando la Agenda 2030, cuando las personas del campo somos los que cuidamos la naturaleza. Que nos impongan qué y cuánto tenemos que sembrar, abonar, regar, como si fuéramos unos ignorantes. Que se importen productos que arruinan nuestros precios y sobre los que no se ejerce ningún control, cuando aquí la exigencia es extrema. Una burocracia que acogota a cualquiera, porque ahora no basta con ser un agricultor eficaz en tu trabajo, sino que has de ser experto gestor, ducho en informática y en interpretación del Sigpac y demás. Solo nos faltaba el cuaderno de campo digital, que es la burocracia al cubo, teniendo que ir a las fincas a hacer fotografías georreferenciadas. Vamos, un control absoluto, aunque no haya cobertura en la zona. Los agricultores y las agricultoras somos muy claros: no queremos subvenciones, queremos que nos paguen el precio justo por lo que producimos para que podamos vivir de ello. Queremos que en los despachos de Bruselas y en el Ministerio de Agricultura se hable con los agricultores que están en activo y saben la problemática del campo. Y que la burocracia se simplifique.

Marimar Márquez Puértolas. LUCO DE JILOCA (TERUEL)

Una cafetería para la Facultad de Filosofía

Por fin se ha inaugurado la Facultad de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, tras cinco años y medio de obras. Una Facultad que antes de las obras se caía a pedazos. Una Universidad a la que Luisa Fernanda Rudi, cuando fue presidenta del Gobierno aragonés, le recortó el presupuesto con la excusa de que no había dinero. Pero ahora el problema de la nueva Facultad de Filosofía, que gusta a profesores y alumnos, es que carece de cafetería, y ya se sabe que una Facultad sin cafetería no está completa, es como un jardín sin flores. En la cafetería se come, se bebe, se descansa entre clase y clase, se echa un café, se preparan trabajos, se relacionan e intiman los alumnos y los profesores de la misma carrera. Sin cafetería propia, los alumnos y profesores han de dispersarse por las cafeterías de otras facultades, con la sensación de ser unos intrusos. Hay alumnos que presumen de haber pasado más tiempo en la cafetería que en el aula. Así que urge licitar el espacio para que la Facultad de Filosofía esté completa. ¿Tendrán que esperar los alumnos y profesores otros cinco años y medio? Para entonces, muchos alumnos ya habrán terminado o abandonado la Facultad.

Martina Pellejero Cuéllar. ZARAGOZA

Viviendas para jóvenes

Nos quejamos a veces de que los jóvenes, a pesar de tener un trabajo, no pueden emanciparse por el alto coste de la vivienda. Pues es muy sencillo, habrá que reactivar la construcción de vivienda pública ofreciendo alguna de estas alternativas o todas en su conjunto. Suelo prácticamente gratis cedido por los ayuntamientos y diputaciones, que supone un 20% del valor final de la vivienda; ofrecer un dinero a fondo perdido para la entrada y subvencionar los intereses de la hipoteca; y construir viviendas sociales con alquileres asequibles para quienes quieren vivir juntos y emprender un proyecto de familia. Aquí la cooperación público-privada es necesaria, procurando que los costes se ajusten a unos precios tasados y con unas calidades homologables. Ya hay varias comunidades que han tomado iniciativas en este sentido, porque ahora mismo incluso con dos sueldos, si no son muy altos, es difícil plantearse la compra de una vivienda o irse de alquiler a determinadas zonas. Si queremos que crezca la natalidad, tener una vivienda digna es vital, y para eso están nuestros impuestos, para ayudar en estos temas sociales a quienes realmente lo precisen.

Luis Solanas Cebolla. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono).

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