Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Escrupulosa mente

¿Dóndes estaba yo el último día de San Valero?
¿Dóndes estaba yo el último día de San Valero?
José Miguel Marco

La vida es lo que pasa entre dos radiografías, chaval. Asegúrate de que en cada una haya algo distinto a la anterior». Cuando recibí este consejo me pareció dantesco, pero una vez quitada la hojarasca de tan #desacertada frase (ni quiero manchas en mis radiografías ni puedo controlar su aparición) entendí el meollo del asunto: una apuesta por la vida inconformista, el riesgo, las vueltas de tuerca. Compro la idea. Aplicada a la actualidad, la metáfora del cambio vivificante se aplica echando la mirada atrás con una fecha de referencia. ¿Dónde estaba yo el último día de San Valero? ¿Me tocó la sorpresa del roscón? ¿Estaba España más o menos convulsa? ¿Y la Champions, por Dios, quién seguía en la Champions? ¿Cómo se llamaba la que ganó en Benidorm, fue a Eurovisión y no era la ‘nochentera’? ¿Había más o menos reservas hídricas en los pantanos, y más o menos líderes autonómicos llamándonos insolidarios por rechazar trasvases del Ebro? Estando como ahora en plena época de premios fílmicos, ¿hubo algún vociferante en el Congreso que despreció al cine español en su totalidad, una enmienda furibunda que negaba la innegable capacidad del ser humano para crear obras únicas?

Burla burlando, con el primer mes del año en el zurrón y su colega bisiesto a punto de asomar la cresta, la radiografía de este último año se parece peligrosamente (o venturosamente) a la del anterior, sobre todo en el plano político. Cambian los enunciados, los matices, pero cada vez sorprende menos la falta general de escrúpulos. Todo vale. ¿Por qué lo de venturoso, entonces? Porque yo sigo teniéndolos. Así me va. Y tan ricamente.

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