Casi un 5% de los vecinos de Zaragoza reside fuera de la principal área urbana de la ciudad, en alguno de los catorce barrios rurales con los que cuenta la capital aragonesa. Cada uno de ellos tiene su personalidad, sus características y sus problemas, y por ello es lógico que cuenten con un representante que traslade su voz al Ayuntamiento. Dentro de pocos días, el 4 de febrero, se celebrarán los comicios para elegir a los catorce alcaldes pedáneos y, como en todo proceso democrático, hay que subrayar la importancia de la participación.

Los barrios rurales ocupan 726 kilómetros cuadrados, es decir, tres cuartas partes de la superficie del municipio de Zaragoza, que es uno de los más extensos de España, y su población, 31.600 personas, podría ser en conjunto la de una pequeña capital de provincia. Entre unos y otros hay grandes diferencias de población, densidad, renta, actividades y servicios. Casetas, con sus 7.500 habitantes, podría ser una ciudad, mientras que Torrecilla de Valmadrid, por ejemplo, tiene poco más de una veintena de vecinos. Para la mayoría de los zaragozanos del casco urbano quizás no sean muy conocidos, pero los barrios rurales le dan variedad a la capital aragonesa, aprovechan su entorno rural y natural y ofrecen en muchos casos una forma de vida más pausada y una convivencia más próxima, estando a la vez muy cerca de la gran ciudad. Sus vecinos tienen derecho a tener una voz que plantee sus necesidades y sus carencias en el Ayuntamiento, desde el que se debe procurar dar soluciones y ofrecer también a los zaragozanos ‘rurales’ todos los servicios necesarios. Las elecciones a alcalde pedáneo, a las que concurren en total 38 candidatos, son la clave para dotar a estos barrios de una representación democrática, que se completará con las juntas vecinales, que ofrezca a sus ciudadanos un cauce de participación.