Por
  • Inocencio F. Arias

España y la moto que derrapa

España y la moto que derrapa
España y la moto que derrapa
Heraldo

Tildar a nuestro presidente de mentiroso está gastado por asumido. Luis del Val ya acuñó el término ‘Pedro I el Mentiroso’. Extendido está asimismo que su fuerte no es la ética, sus escrúpulos son escasos. Su comportamiento cambia según las necesidades personales.

Félix Ovejero, socialista clásico, escribe que tiene "dudas de que Sánchez se tome en serio el Estado de derecho". Menos generalizado, aunque sea cada vez más visible, está hablar de su triunfalismo. Si Zapatero era adanista, Sánchez es triunfalista. España, en su ensoñación, está siempre liderando. En política exterior lideramos el cambio sobre la situación del Sahara, haciendo unas afirmaciones más promarroquíes que las de Trump, lideramos la ayuda a Ucrania, estuvimos a la cabeza de la recogida de refugiados afganos, ahora vamos a capitanear la postura de la Unión Europea sobre Palestina y hasta se sueña con una gran conferencia sobre Oriente Próximo en España, en Barcelona o San Sebastián, en la que nuestro país asombrará a propios y extraños por sus propuestas y liderazgo. Hay un precedente, la reunión de la OTAN fue considerada por Albares algo tan importante como la Conferencia de Yalta, aquella en la que ‘segundones’ como Roosevelt, Stalin y Churchill se repartieron el mundo, y más trascendente que la caída del Muro de Berlín, una futesa con lo acaecido en España en la ocasión citada al mando de Sánchez-Albares.

A pesar del triunfalismo que exhibe Pedro Sánchez, lo cierto es que la economía española no va tan bien como nos quiere hacer creer

Sobre la presidencia española de la UE nos cuentan que en Bruselas, Estrasburgo, Berlín, París, Roma… políticos y comentaristas se hacen cruces sobre la huella de España en el semestre y el cambio que ha dado la Unión bajo la batuta de Sánchez. Multitud de artículos extranjeros habrían glosado cómo nuestro presidente, como un Bobby Fischer o un Arturito Pomar, ha sabido jugar en diversos tableros, parando a la derecha y a la extrema derecha en las elecciones españolas y conduciendo simultáneamente con pericia el barco europeo en aguas procelosas como Ucrania, Palestina, la inflación, la pandemia, etc.

En la parcela económica, según el relato oficial, los triunfos abundan. Sánchez dice modestamente que "España va como una moto". Nos salimos del tablero. Sin embargo, dado que estamos jugando con cosas de comer, convendría poner aquí algo de realismo y apuntar algunos datos en los que España lidera y no para bien: somos el país con mayor paro juvenil de Europa, nuestra tasa de paro global, 12,2%, supera con creces la media europea, nuestro déficit fiscal y la deuda también, estamos a la cabeza en abandono escolar y los índices educativos empeoran según el informe Pisa. La situación de los jóvenes después del lustro sanchista no es luminosa y decenas de miles de licenciados emigran cada año en busca de mejores horizontes. Bastantes más que con el gobierno anterior, aunque nos hicieran creer entonces que todo era culpa del ‘indolente’ Rajoy. La opacidad sanchista ya es marca de la casa a pesar de que íbamos a deslumbrar al mundo con nuestra transparencia : no sabemos la cifra real de fijos discontinuos, en Europa se quejan de que no conocen dónde han ido a parar los miles de millones que obtuvimos por la crisis y el Instituto Kiel indica que los países más opacos en cuanto a la ayuda a Ucrania son Grecia, España y Portugal.

Somos líderes en
desempleo y perdemos puestos dentro de Europa en cuanto a renta per cápita

Y tenemos el trueno que ha revelado Javier Elorza. Resulta que habiendo España descendido en renta per cápita por debajo de la media europea, el Gobierno no reclama, como tendría derecho, que volvamos a ser beneficiarios de los fondos de cohesión. Los presupuestos de estos fondos se hacen cada siete años, pero puede pedir una revisión cualquier país miembro cuya renta haya bajado del 90% de la media. Elorza recalca "que en 2007 estábamos en 103 y ahora hemos caído a 85. Hemos perdido 18 puntos en los últimos años. El proceso de convergencia logrado por Felipe González se ha derrumbado". Lo clamoroso, según mi colega, es que nuestro Gobierno, durante su reciente presidencia, presentó un documento diciendo que no se cambiasen las cifras aprobadas cuatro años antes: "Ellos mismos se estaban cerrando la puerta. Es insólito". Puede que perdamos 6.500 millones.

Uno no sabe qué pensar ante esta renuncia. Una guía sobre tauromaquia del siglo XIX, de los ingleses Lake Price y Richard Ford, dice que los matadores eran conocidos por sus apodos cariñosos, "su forma extravagante de gastar y su peculiar dialecto mitad gitano y mitad jerga". ¿Se habrá sentido Sánchez rumboso perdonando ese dinero a Europa como perdona aquí la deuda de los futuros amnistiados envolviéndolo en la jerga de progresista, transversal, feminista, diálogo, convivencia y cogobernanza (lo de solidario se estila menos)? ¿O más bien, como los viejos hidalgos venidos a menos, intenta camuflar que España no ha prosperado comparativamente en su mandato sino que ha retrocedido? Me inclino por lo segundo: la moto petardea.

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