Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Helarte de la guerra

Helarte de la guerra
Helarte de la guerra
Pixabay

No sé yo si Sun Tzu se habrá encontrado en el más allá con Napoleón o Maquiavelo, a quienes inspiró con ese credo de la estrategia llamado ‘El arte de la guerra’. 

Bonaparte murió en la isla de Santa Elena en 1821, nueve años después de que su arte guerrero se helara en la estepa rusa: aprendió mucho del militar chino y sin duda se apuntó unos cuantos tantos en materia bélica, pero se le olvidó repasar en el examen final. Maquiavelo no llegó a los 60 años de vida: una peritonitis aguda le impidió el postrer plan maquiavélico de tocata, fuga y victoria personal que sin duda tenía ya concebido ante la amenaza de la parca. No tuvo tiempo de usar el adjetivo al que daría nombre, claro... o quizá sí: tan maquiavélico era el florentino que probablemente ya había convencido a algún acólito para que lo acuñase.

La guerra no está solo en Gaza (bueno, aquello no es guerra, sino genocidio) y Ucrania. También es oral. ¿No se aburren con el clima pendenciero que vive actualmente España en el plano político? Yo sí, soberanamente. Como ya llevo medio siglo largo en este mundo y la democracia es lo único que he vivido con conocimiento de causa, puedo decir que el actual es el momento más cutre y crispado que he conocido. No se me ocurre guiso más indigesto si osara llevar este panorama a la metáfora gastronómica; sin embargo, los creadores tienen ante sí un montón de elementos para hacer la novela, serie, película o vodevil del siglo. Ojo, no hay duelos puros ni pulsos claros, solo muchos malos y algunos peores. Villanos de libro, ‘rasputines’, ‘iznoguds’, ‘tonton macoutes’, caciques, victimistas, ‘mochufas’, algún judas... ¿quién gana? Sigan el dinero. No falla.  

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