Por
  • Fernando Sanmartín

De un viaje

La plaza de San Marcos, en Venecia, es víctima del turismo masivo.
Venecia.
Mali Maeder

Más allá de creencias religiosas, más allá de palabras a las que enseguida les damos la espalda, hay expresiones que, al margen de que las usemos o no, forman parte de nosotros. ‘Santa Lucía te conserve la vista’ es una de ellas. La vengo escuchando desde niño y aun así nunca he sabido la fecha en que se celebra la festividad de esta santa. Pero eso ha cambiado. Porque fue hace un mes cuando supe que esa fecha es el 13 de diciembre. Y lo supe porque ese día llegué a Venecia un atardecer lluvioso y frío, fui a mi hotel y después, ya de noche, decidí dar un paseo que terminó en la iglesia de San Geremia, situada en el barrio de Cannaregio, donde aquel miércoles entraban decenas de personas. Pregunté a unas mujeres a qué se debía la afluencia masiva de fieles y me dijeron que se trataba de una misa concelebrada por ser el día de Santa Lucía. Enseguida advertí que la gente pasaba ante la urna de cristal donde se encuentra el cuerpo incorrupto de la santa, que puede verse. Y me contaron que hace años dos malhechores enviados por Satanás actuaron a punta de pistola, intimidaron al párroco y, tras romper la urna, se llevaron el cuerpo, quizá como secuestro para pedir un rescate. La policía los detuvo y la santa regresó.

Szymborska, una buena poeta polaca, dijo que «en lugar de recuerdos volvemos con fotos» de nuestros viajes. Procuro que eso no me suceda. Y aunque en mi móvil, lo confieso, tengo cada día más imágenes, hay recuerdos –como lo que acabo de contar- que son un álbum fotográfico ajeno a las alcantarillas del olvido, ese lugar donde conviene saber qué se arroja y a quién.

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