Atónitos huéspedes
Aragón Televisión ha puesto fin a ‘Atónitos huéspedes’, el programa que conduce Christian Peribáñez, periodista y poeta, que han realizado Maxi Campo, Teresa Lázaro y Ricardo Domínguez, y que ha tenido varios codirectores, entre ellos el artista Federico Contín; la lista es mucho más amplia. Se trata de una emisión para jóvenes y no tan jóvenes, esencialmente creadores emergentes y no solo eso que se ha caracterizado por su osadía, por su imaginación, por su curiosidad, por su afán de hacer inventario y escaparate, y, desde el prisma televisivo, por la idea de ofrecer programas muy bien elaborados, trabajados en el rodaje y luego en la edición y postproducción.
A lo largo de tres años, ‘Atónitos huéspedes’, se ha preocupado por todas las disciplinas y tendencias. Entre otras cosas, ha destacado por su originalidad y por los escenarios de rodaje. ‘Atónitos huéspedes’ se había hecho con un hueco no solo en la televisión, sino en el imaginario: a lo largo de casi 200 programas ha revelado estéticas, movimientos, voces nuevas, vitalidad y heterodoxia. A nada le ha hecho ascos. Un repaso a la nómina de grupos o creadores evidenciará la vastedad y la riqueza de su labor. Se pone fin a una marca que había calado y que cumplía una función informativa, social y creativa evidente. La cultura siempre está inerme ante los cambios, los políticos que van y vienen –señor Bermúdez de Castro: usted que manda, es joven y se formó en democracia, entienda que la cultura es un arcón de múltiples tesoros, y no solo la demagogia del éxito–, ante la supuesta tiranía de los números con los más débiles.
No tiene sentido que ahora, a marchas forzadas, vuelvan a empezar con otra marca: creen otros programas complementarios (en su día hubo ‘Bobinas’, ‘Clic’, ‘El rincón de los artistas’, ‘Borradores’ y algunos más, todos a la vez), Aragón no solo es territorio de bosques, lugares del olvido, rutas, pueblos y paisanaje rural (y es eso, también, es incuestionable): necesita también sólidas y serias y divertidas miradas a su urdimbre urbana. ‘Atónitos huéspedes’ es un síntoma y un espejo, el acta de una comunidad en marcha. Ni siquiera es cultura subvencionada: es servicio público. En Independencia una señora paró a varios miembros del equipo y les dijo: «Me alegra que con mis pequeños impuestos se hagan estos programas».