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Cartas al director de HERALDO: Esos pequeños negocios que siguen cerrando

Locales cerrados por la crisis.
Esos pequeños negocios que siguen cerrando
Guillermo Mestre

Esos pequeños negocios que siguen cerrando

El año pasado se cerró para Aragón con una buena noticia y otra que no lo era tanto. Que nuestra Comunidad sea la segunda con menos desempleo no deja de ser una buena noticia. 

Referente de grandes centros logísticos, con Plaza a la cabeza, como centro de distribución mayor del sur de Europa, territorio con cierta fortaleza industrial, especialmente en el metal y la automoción, y polo de atracción de nuevas empresas en esas y otras áreas como la farmacéutica para mayor oferta de empleo. La otra cara es la constante pérdida de personas trabajando por cuenta propia, sobre todo en el pequeño comercio. Una de las posibles causas es el envejecimiento, a pesar de que ante la falta de relevo generacional tiende el propietario del pequeño negocio a jubilarse más tarde que el promedio del sistema, en un sector en el que a menudo participan miembros de la familia en la atención personal y cercana al cliente. El continuo avance del comercio electrónico y la digitalización, la proliferación de las grandes superficies y grandes firmas que van surgiendo, todo ello unido al alto precio de los alquileres les imposibilita competir y les obliga a cerrar su negocio familiar. Me contaba su historia una persona amiga, que para montar su pequeño negocio dejó su trabajo fijo, era el sueño de ella y su marido, no les ha dado para mantenerse, los pagos son muchos y las ventas pocas, los próximos días liquidará todo. Pequeñas tiendas que ayudan a hacer sociedad, sin ellas se pierde la vida de barrio, saber que el tendero te pregunta por tu familia, sabe de tus gustos y preferencias. Debemos reflexionar sobre cómo compramos, la inmediatez con la que queremos el producto, en definitiva el tipo de vida que deseamos si no queremos seguir asistiendo a este deterioro de calles sin luz ni vida.

Daniel Gallardo Marín. GARRAPINILLOS (ZARAGOZA)

La nieve y el colegio

Las predicciones de nieve daban tres milímetros para el día 10 en mi pueblo. Para el 11 ya no se preveía nieve. Sin embargo, el día 10 mi hija no fue a clase porque habían suspendido el transporte. Pero las clases siguieron con normalidad para el alumnado que no vive en pueblos. Esta era la primera nevada de este curso. Lo normal habría sido que ya hubiesen ido cayendo. Aquí los vehículos van con ruedas de nieve, y tenemos quitanieves. ¿No se pueden coordinar para que las rutas escolares estén transitables? ¿Cada vez que caigan cuatro copos se suspenderá el servicio y perderán clase sino hacemos transporte escolar las familias? Agradezco que se preocupen por la seguridad, pero prefiero que lo hagan poniendo las quitanieves a su servicio.

Raquel Artigot Noguer. AINETO (HUESCA)

El ‘club 500’

Quinientos son los municipios de Aragón que no alcanzamos los 500 habitantes; uno, por ejemplo, de ese ‘club 500’ es Ansó. Les cotillearé que sí, que más de una vez, con poco tino y menos tiento, personas de las que no cabría esperarlo me han soltado aquello del "como sois pocos", para justificarse por no prestarnos demasiada atención. Sin embargo, ¿cuántos concejales sumamos en cada una de las tres provincias los miembros de ese ‘club 500’? Y eso tiene consecuencias en el enorme territorio que abarcamos o en la formación de instituciones de tanto poder como una diputación provincial, pongo por caso. Pero es más, acostumbrados a desconfiar (con motivo) de que se nos vaya a prestar verdadera atención, cuando esa atención llega nos impacta de verdad, se agradece de verdad, y se recordará de verdad; es como esas semillas que pueden dar frutos por mucho mucho tiempo.

Juan Ramón Navarro Brun. ANSÓ (HUESCA)

Se nos rompió el amor

"Se nos rompió el amor de tanto usarlo", dice la soberbia canción de Manuel Alejandro. ¿El amor se rompe? El amor se agota o no, se mantiene y se cuida con mimo a pesar de que tanto desvelo conlleve cierto abandono de los propios ideales, esos que mientras somos jóvenes nos empujan a atropellar la vida sin miramientos. Yo lo recuerdo. ¿Y tú, te acuerdas de aquellos momentos en los que el éxtasis del amor y el incendio de la pasión inundaban de luz y de magia nuestras insignificantes vidas? No había nada más en el firmamento: el cielo siempre era azul y el sol lucía espléndido solo para ti y para mí. Qué íntima felicidad. El amor se rompe o no, se viste de amistad, de cariño y de anhelada compañía que aguantan envite tras envite el cansancio y la soledad de la vida rutinaria. Y es que el invierno llega, sigue la canción. ¿Cómo hacer para que, cuando ya han caído las hojas de la monotonía y el frío del desencuentro nos congela el alma sin piedad, siga siendo primavera? Dímelo, corazón, si puedes. ¿A dónde fueron los besos robados que nos dimos y los que quedaron suspendidos en nuestros labios? Será, quizás, que lo bello ha de ser perecedero para que el tiempo que todo lo corroe no lo devore, será que ahí radica la pureza y la grandeza del amor. No lo olvides: mientras el amor fue, tú y yo fuimos. Fuimos inmortales.

Isabel Pascual Cebrián. ZARAGOZA

Una gota de poesía

El 20 de enero se desarrollará una jornada de poesía, con recitales colectivos, en una veintena de ciudades de España y Latinoamérica, incluida Zaragoza, para alzar la voz contra el exterminio sistemático de la población gazatí y por el fin de la guerra en Palestina. Y aunque tal vez la poesía no sea esa arma cargada de futuro que anunció Gabriel Celaya, esperamos que al menos sea esa gotita impertinente que repiquetea en la noche y que en nuestro desvelo nos hace preguntarnos: ¿De dónde viene?

Jorge Ortiz Robla. ZARAGOZA

En el cayuco

El cayuco espera carga humana. Un mar de noche, oscuro, plano. Un gentío embarca en silencio. Hay mujeres embarazadas, niños, adolescentes, hombres, dispuestos a cumplir sus sueños. Dejan atrás la patria y algo más, el hogar, la familia. ¿Dónde van? Lo ignoran. La noche va engullendo el cayuco en alta mar. La luna roja, redonda, ilumina la estela. Ojos saltones, de caras negras, se miran con pena pidiendo respuestas. El cayuco se agita por un golpe de mar. Demasiada gente. Las mujeres se tocan el vientre ocupado por un nuevo ser. Quieren que sus hijos nazcan en tierra firme y soñada. No llevan agua potable ni víveres. Les contaron que la travesía era corta. Sólo llevan esperanza. Abrazados, cantan, dirigiéndose al Todopoderoso. La luna roja imanta la marea. El cayuco se agita con bravura. Ya no se canta, ni lloran, ni se sueña. El mar los ha tragado.

Pilar Valero Capilla. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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