Dulce derrota al sur de Guara
Frente al convencimiento, parece que generalizado en muchas facetas de la vida, de que en la competición solo importan las victorias, habremos de convenir que estas no existirían sin las derrotas, que por pura lógica –y empates aparte– son igual de habituales, tal y como reflejan las tablas de las clasificaciones deportivas que se publican cada fin de semana.
De los fiascos, no obstante, siempre se pueden sacar conclusiones provechosas para ulteriores encuentros. Y no pocos fracasos pueden celebrarse como una hazaña por todo lo grande y considerarse motivo de satisfacción colectiva. Es lo que le ocurrió el pasado domingo a la Unión Deportiva Barbastro, que recibió al Fútbol Club Barcelona en dieciseisavos de la Copa del Rey, en el que probablemente haya sido el partido de fútbol más importante que se haya disputado en la historia de la Ciudad del Vero.
Los jóvenes futbolistas del Barranqué jugaron con orgullo, entrega y pasión ante un rival de categoría muy superior, reputado como uno de los equipos más relevantes y mediáticos del mundo. Presionaron y tutearon al egregio y repeinado contrincante hasta los pitidos finales para sellar una diferencia mínima en el marcador. El partido fue una fiesta que tuve la fortuna de compartir en las gradas supletorias que el club barbastrense montó en el fondo norte del campo municipal para duplicar hasta 6.000 las almas que acudimos a vibrar al estadio. Literal, porque el andamiaje bailaba al ritmo de los saltos de la hinchada con cada jugada brillante de los locales en su particular David contra Goliat.
Y sentados en la bancada, tapados con cuatro capas para soportar los rigores de la noche invernal y tiritando –no sé si por los cero grados ambientales al aire serrano del Somontano o por el contraste con la fogosa afición entregada que elevaba la temperatura emocional del momento–, todos los barbastrenses y amigos atraídos al evento disfrutamos de una de las derrotas más dulces al sur de Guara. El fútbol humilde y genuino plantó cara sin complejos a la sofisticada elite mundial.
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