Los cambios del nuevo año

Los cambios del nuevo año
Los cambios del nuevo año
Pixabay

Resueltos los avatares navideños, busca uno recuperar una normalidad apenas alterada por ese paréntesis festivo más o menos alargado. 

Porque el pulso no parece alterarse demasiado después de un par de semanas de mayor o menor asueto. O agitación. Así que me cautivó aquella reflexión escuchada al vuelo tras la llegada del nuevo año: "Tampoco me han cambiado tanto las cosas...".

Supongo que el impulso de los propósitos -una lista bienintencionada de buenas intenciones- alienta alguna leve conversión de tendencias personales; y existen circunstancias -políticas, económicas, sociales...- ya previstas de antemano que mutan con el relevo de diciembre a enero. Y que han de tener una incidencia, normalmente apocada, en el discurrir de las vidas. Pero en realidad, poco más.

No tiene mi memoria marcas especiales vinculadas al recambio de calendarios; no me encuentro cicatrices de calado entrelazadas con el despunte del año nuevo. Más allá al menos de anécdotas puntuales. Y sí en cambio guardo en el corazón las hojas de la agenda con fechas muy significativas de otros instantes de cada temporada, con sello específico. Que son las que de verdad, más allá de cada bautizo anual, sellan un cambio significativo en el discurrir de la vida. Marcas en el calendario que año tras año encienden los sentimientos; remembranzas que recuperan emociones capaces todavía de percutir sobre la forma de ser.

Escucho agradecido la retórica cariñosa de ese ‘feliz año’ que se hizo recurso en el entorno del despegue de enero. Deseo que, al fin y al cabo, cincela la solicitud de que las cosas se desenvuelvan sin estridencias y dentro de un orden más o menos controlado, conscientes todos de que el desenredo de los días siempre brinda caras y cruces. A través de cuyo equilibrio sorteamos la vida a lo largo de los años.

Así, esa perspectiva permite descubrir la dimensión de una mirada más amplia: la que se acumula en la experiencia. Entonces, tal vez, adquiere sentido aquella sencilla reflexión de resaca de la Nochevieja: "Tampoco han cambiado tanto las cosas...". O con la visión de toda una vida, tal vez, sí.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Miguel Gay)

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