Por
  • Vicente Pinilla

Amigos perdidos

Casa Emilio.
Casa Emilio.
Carlos Moncín / HERALDO

La Navidad es tiempo de nostalgia e inevitablemente recordamos en ella a las personas queridas que se fueron. Empezamos siempre por nuestros padres, ya que en este tiempo pensamos en nuestra infancia y en aquellos días tan felices que pasamos en estas fechas con ellos, con toda nuestra inocencia, cuando todo giraba alrededor de ellos. Seguimos luego por los amigos, y recuerdo ahora especialmente a los que nos acompañaban en nuestra mítica cena navideña en Casa Emilio, casi siempre celebrando el cumpleaños de Ignacio Martínez de Pisón y anticipadamente el de Luis Alegre. Me viene primero a la cabeza mi querido Eloy Fernández Clemente, con quien compartí tantos años de vida académica en la Facultad, que se marchó hace poco más de un año, y a quien se recuerda estos días en dos números monográficos de las revistas ‘Rolde’ y ‘El Ebro’. Si pienso en Eloy llegó inmediatamente a José Antonio Labordeta, a quien tanto añoramos en nuestro grupo. Y luego, por supuesto, nuestro gran Félix Romeo, el alma de muchas cenas celebradas allí. Y por supuesto aparecen nuestros anfitriones en el restaurante, Jose Mari, que murió hace ya unas cuantas nocheviejas, y por supuesto Emilio Lacambra, que falleció el último verano y cuya bondad lo iluminaba todo. Todos ellos, y por supuesto Chesús Bernal, otro amigo lamentablemente perdido, me acompañaron mucho tiempo y en estos días los echo enormemente en falta. Superar la nostalgia es pensar en todo lo que me dieron, lo mucho que nos reímos juntos y celebrar la vida con los que seguimos adelante.

Vicente Pinilla es catedrático de Historia Económica (Unizar)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión