Los 'magos' de Castiliscar

Los Reyes Magos representados en Castiliscar.
Los Reyes Magos representados en Castiliscar.
Lola García

Si no los bombardearon, los niños ucranianos recibieron sus regalos de Reyes ayer. Antes, el 6 de enero era el día de Navidad. Sucede que el arzobispo de Kiev se ha emancipado del patriarca de Moscú y ya es tan patriarca como él. Tiene la venia del patriarca de Constantinopla, que está en Estambul, o sea, en Turquía. Es otra consecuencia de la acre guerra entre los dos estados eslavos.

El patriarca de Constantinopla ostenta celosamente un título que lo retrotrae a la venerada antigüedad del Imperio Bizantino, la Roma de Oriente. Allí se edificó en el siglo VI el despampanante templo que el emperador Justiniano dedicó a la Santa Sabiduría de Dios (Santa Sofía no honra a ninguna santa). Sus espigados minaretes son añadidos del sultán Mehmet (Mahoma) II, que ganó Constantinopla en 1453 y la llamó Estambul. Es la mayor ciudad del subcontinente europeo.

Del enorme prestigio que tuvo el Imperio Romano de lengua griega ha quedado vivo el patriarcado de Constantinopla, que apenas tiene fieles (un enano, frente al pletórico de Moscú). Constantinopla apoya a Kiev. El nuevo patriarcado ha elegido el calendario europeo, porque no lo usa Moscú, donde el 6 de enero sigue siendo la fiesta de la Natividad. Es otro uso romano, pues surge de las reformas de Julio César y de Augusto (calendario en uso en vida de Jesús de Nazaret). También es romano el nuestro, reformado en 1582 por el papa Gregorio XII (calendario gregoriano). Los niños ucranianos, pues, recibirán este año a los Magos a la vez que los españoles.

La Befana

Los niños italianos tendrán regalos el 6 de enero, pero no de los magos, sino de la vieja bruja Befana. Es una bruja bondadosa. En realidad, se llama Epifania (equivalente a Epifanía), pero el lenguaje infantil y popular prefiere decirle Befana, sin meterse en berenjenales filológicos.

Una epifanía es un fenómeno por el que se hace muy visible lo que no lo era. El niño de Belén, mediante un fulgor celeste, se hace visible a ciertos ‘magos’ (expertos medopersas en fenómenos divinos) que saben leer las señales en los cielos.

La Befana usa, como los Magos en España, los calcetines y los zapatos de los peques para dejarles sus presentes. Las casas la acogen con algún bocado sabroso y un vaso de vino. Viaja en escoba y tiznada de hollín, pues entra por las chimeneas (Papá Noel es un copiota, que parasita las chimeneas a la Befana; a san Nicolás, las barbas; y a los Reyes Magos, todo lo que puede. Cambia camellos por renos, pero se le nota mucho el plagio).

En algunos pueblos la Befana tiene cabaña propia en el bosque. Y la tradición es tan antigua que alguna copla recuerda la larga presencia de lo español en Italia: llega de noche, con las medias rotas, vestida a la española y solo pasa una vez (al año): «La Befana vien di notte / con le calze tutte rotte, / col vestito alla spagnola / passa qui una volta sola!».

En alguna ocasión forman un grupo, pero los ‘magos’ de Oriente se han representado con suma frecuencia como si fueran tres. Al principio de su iconografía ni son reyes, ni tienen nombre, ni hay ninguno de piel negra. La representación acaso más aneja del trío sea una laja funeraria de los Museos Vaticanos, en la que se desea que viva en Dios (‘In Deo vivas’) a una linda muchacha difunta, Severa, junto a la que tres oferentes llevan regalos (dos bandejas y un saquete) a un niño sostenido por su madre que hace ademán de recibirlos. Un varón señala hacia donde refulge una estrella de seis puntas. Probablemente sea Balaán (un profeta bíblico que había dicho: «Avanza una estrella de Jacob, y surge un cetro en Israel»). No parece que sea José. Se data la inscripción a fines del siglo III o inicios del IV.

En los deslumbrantes mosaicos bizantinos de la basílica de San Apolinar Nuevo, en Ravena, hay unos preciosos magos, todavía sin coronas, pero en color y con detalle. Allí se muestran sus nombres por primera vez en el Arte: Balthassar, Melchior, Gaspar. Este es el primero y más mayor, de barba cana; el segundo, afeitado, es Melchor; y el tercero, de barba negra y tez blanca, Baltasar. Con atuendos ricos y gorros rojos del tipo que llamamos frigio (un abuelo ilustre de la ‘gorra llarga’ ribagorzana), portan recipientes preciosos con presentes para Jesús y María. José no está.

Magos en las Cinco Villas

Un dibujo inciso del 300 y un mosaico pictórico del 500. Entre ambos, una escultura romana que está en Castiliscar, en las Cinco Villas. Es un sarcófago romano que hace de altar en la parroquia cincovillesa, monumento extraordinario de la cristiandad hispana, hecho de mármol de Carrara (o sea, originario de tierra hoy genovesa) y de buena labra.

Bien conservado y estudiado por los especialistas, pero ignorado por el público en general, este sí que fue un buen regalo de Reyes. Para quienes sepan apreciarlo e incluso para los que no.

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