Por
  • Luisa Miñana

Noche de Reyes triste

Varios palestinos buscan entre los escombros tras un bombardeo en un campo de refugiados en el centro de Gaza.
Búsqueda entre los escombros tras un bombardeo en un campo de refugiados en el centro de Gaza.
Reuters

La Noche de Reyes culmina un ancestral ciclo universal de renovación, ligado en Occidente a la Navidad. El viaje de los tres sabios, tras un brillante objeto celeste, tiene como origen el Oriente, donde nace la luz del mundo. Sobre el camino seguido hasta llegar a Belén (en el centro de Cisjordania) hay diferentes versiones. Si tomaron la Ruta del Incienso, habrían partido desde el actual Yemen y cruzado la península Arábiga. También se piensa que pudieron salir de Irán para atravesar Irak, Siria, Líbano y Palestina. O quizás, viniendo desde Babilonia, habrían pasado por Damasco, Amán y Jerusalén. En cualquier caso, si Melchor, Gaspar y Baltasar hicieran estos días su viaje, no escaparían de la honda desazón e impotencia causadas por los destructivos e inacabables conflictos y guerras en la región. Y cuando llegaran a su destino, quizás alcanzasen a escuchar el estruendo de los bombardeos sobre Gaza, a menos de cien kilómetros de Belén, en una Noche de Reyes en la que (si nada cambia desde hoy –no lo parece–, cuando escribo, día 28, conmemoración de la matanza de los Inocentes menores de dos años por Herodes) volverán a morir tantos niños. En el ‘Auto de los Reyes Magos’, preciosa pieza dramática medieval que ayudó a fijar nuestra tradición de la Epifanía, los ‘streleros’ citan los regalos que portan como forma de discernir la naturaleza y futuro del Niño al que buscan. Hambre, dolor y muerte son hoy la realidad de los niños de Gaza, que deja sin sentido la esperanza de los Magos y la nuestra.

Luisa Miñana es narradora y poeta

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión