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Cartas al director de HERALDO: Un momento idóneo para rehabilitar al Papa Luna

Castillo Papa Luna de Illueca
Castillo Papa Luna de Illueca
Calasenda

En el año 2023, se cumplieron 600 años del fallecimiento de Benedicto XIII, el Papa Luna, un 23 de mayo, en Peñíscola. Con esta fecha en el horizonte, los municipios de Illueca y Peñíscola han trabajado en distintas actividades para recordar y reivindicar la figura de este insigne aragonés nacido en la localidad de Illueca. Más de 30 años se lleva solicitando al Vaticano la rehabilitación de Benedicto XIII. Una iniciativa que arrancaba en la Expo de Sevilla, en 1992, cuando Marcelino Andaluz, el por entonces alcalde de Illueca lo solicitaba en ‘El Día de Aragón’. Desde entonces y hasta el momento, han sido muchas las solicitudes que han partido desde distintos lugares: por ejemplo desde la Asociación Amigos del Papa Luna de Peñíscola; José Javier Vicente Inés, y en la actualidad alcalde de Illueca, también lo pidió en su día; así como Ignacio Herrero, que también fue alcalde, y, asimismo, distintos responsables de la Iglesia en Aragón; o José Javier Forcén, que en 2018 entregaba al Papa un libro sobre este aragonés. También el expresidente de Aragón, Javier Lambán, se sumaba a este movimiento y, en su visita al papa Francisco, le solicitaba la rehabilitación de la figura del Papa Luna. Desde luego, todo el mundo pensó que este año del 600 aniversario de su muerte sería un momento idóneo para que el Vaticano mostrase la rehabilitación de Benedicto XIII, el Papa Luna. A lo largo de 2023, más de 20 actividades se han realizado en Illueca en torno a esta gran figura del Papa Luna, un ilustre aragonés, nacido en su castillo. En los últimos meses se han suspendido varias actividades programadas sobre Benedicto XIII.

Francisco Tofé Andrés Illueca

Profesionalidad y amabilidad sanitaria

Quiero felicitar el año nuevo a todo el personal de la planta de Cardiología del Hospital Miguel Servet, de la que he salido hace unas semanas, por su labor abnegada con los pacientes, por la profesionalidad y la amabilidad con que nos tratan. Son un ejemplo y un orgullo. Muchas gracias y felices fiestas.

Lourdes Calvo Fortún Zaragoza

Un país a poca velocidad

Estoy montada en un tren para una celebración familiar navideña. Por desgracia (y costumbre de los últimos años), el tren ha llegado a la estación de Zaragoza, donde lo he cogido, proveniente de Madrid, con una hora de retraso. La velocidad a la que vamos no llega a los 30 km/hora, por lo que el retraso acumulado aumenta y la celebración tendrá que esperar. El disgusto de los pasajeros es evidente, pero su paciencia, encomiable, porque además, no nos dan ninguna explicación. Este tren es un reflejo de lo que ocurre en nuestro país. Los encargados de conducirlo van a su aire. A poca velocidad, no sea que ir rápido lleve cambios desagradables en sus privilegios. Y, sobre todo, no explican la verdad de lo que pasa. Los pasajeros han demostrado que son muy pacientes y, la próxima vez, volverán a coger este tren. No les queda más remedio. Son clientes cautivos. Como reza el dicho popular: ‘Vaya tropa’.

Esther Solé Llop Nonaspe (Zaragoza)

El orden y la Navidad

Veo en ocasiones mucho afán de ordenar, de tener orden... y buscamos en Ikea lo que nos lo facilita, o navegamos en Youtube en busca de vídeos que nos enseñen o en webs chinas que nos dan muchas cosas para conseguirlo... Y para tener orden, señores, simplemente hay que buscar un sitio para cada cosa y, sobre todo, evitar acumular mucho para no tener que buscar huecos... Pero, en realidad, quería hablar del orden en estas fechas de Navidad en las que justo se caracterizan por un ir y venir, recibir y despedir... Lo primero es saber qué celebramos: la venida del Niño Jesús y todo lo que conlleva: los Santos Inocentes, la Sagrada Familia, los Reyes... Segundo, los mayores, que mantienen una línea roja entre la alegría de reunir a los suyos y la nostalgia de los que no están. Por eso los abrazamos, acogemos y hacemos que se sientan muy acompañados. Tercero, los padres, que se desviven también por esa línea –ahora la llamaremos azul– entre terminar bien el año en sus trabajos y poner la mejor de sus sonrisas para que abuelos, hijos, cuñados, nueras, yernos... se sientan en casa. Por eso les agradecemos ¡tanto! Y, por último, los hijos, quienes queremos salir de nuestras pantallas, de nuestro caparazón, para que el Niño, cuando se haga mayor y sufra en la oración en el huerto, sienta el consuelo de mis buenas obras; para que mis abuelos encuentren siempre el mejor de mis abrazos; y para que mis padres sientan que pueden contar conmigo para todo lo que necesiten. Y así llegamos al ‘¡feliz Navidad!’ y a procurar, al menos a mi alrededor, la paz que ansiamos para el 2024.

María José Bibián Zaragoza

Juguetes, niños y futuro

A veces acaece un acontecimiento en tu vida que hace aflorar alegrías dormidas y, con él, puedes reiniciar la ilusión de volver a encontrar juguetes en un rinconcito de tu casa... Una determinada mañana, como la del 6 de enero, es un hecho que se debe a la magia que un ser diminuto ha llevado de nuevo a tu hogar. En mi caso, es una preciosa nietecita. Los juguetes y los niños son un binomio que transmite expectativas para el futuro. El juguete es el instrumento del juego y los niños adoran jugar. Alrededor de la acción de jugar hay otras acciones como la de coordinar mente y manos, pies..., la de gatear, caminar, compartir, aprender, y no olvidemos la de socializar. No se necesitan juguetes caros ni sofisticados, ellos tienen la capacidad de reinventar, con materiales insospechados, unos juguetes divertidos, didácticos y diferentes. En estas fechas, por antonomasia, de ‘pedir’ juguetes, hagámoslo con criterios coherentes con lo que observamos del uso que les dan, porque jugar no solo estimula la autonomía y la espontaneidad en los niños; el explorar mediante el juego aumenta en ellos la motivación hacia el descubrimiento y, por lo tanto, hacia el aprendizaje. Con la noche de Reyes podemos saber por primera vez que la vida se divide entre la realidad y la imaginación y habrá que elegir entre estas dos formas de estar en el mundo si uno quiere sobrevivir. He tenido que esperar a ser abuela, esa maternidad irresponsable, para descubrir en mi nieta la mirada mágica de mi hijo y la ilusión de cuando apenas estrenábamos la vida.

María Luisa Alonso Alcalá Zaragoza

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