Por
  • Pedro Rújula

Polarización

Las cosas no son siempre o blancas o negras.
Las cosas no son siempre o blancas o negras.
John Hain / Pixabay

Vaya por delante que no me apasionan, ni siquiera me suelen interesar, las encuestas sin método elaboradas para consumo rápido en los medios de comunicación generalistas. Sin embargo, este año la Fundeu ha seleccionado y publicitado ampliamente como palabra del año ‘polarización’, y no me parece mal. De hecho, es posible que haya acertado señalando una de las características más acusadas del tiempo presente.

Muchos de los mensajes que recibimos todos los días, y que son los que sirven para formar nuestra idea de la realidad, participan del común denominador de orientar en direcciones contrapuestas, es decir, de explorar los extremos para generar un efecto de diferencia. Parece que en el exabrupto y en la hipérbole se busca una nota de originalidad, que a través de la tosquedad argumental, incluso de la zafiedad del mensaje, se pretenda demostrar un rasgo de inteligencia. El resultado es que nos encontramos rodeados por discursos que hablan de comunistas y fascistas, de golpes de Estado y de terroristas, de traidores y mentirosos que cuesta reconocer en la realidad, pero que nos anestesian, nos desorientan y nos desacostumbran a contemplar la actualidad de manera crítica, calibrada y con fundamento forzando a la sociedad a elegir trinchera.

Cuando no hay matiz, ni referencia de valor, cuando las palabras no llaman a la inteligencia sino a la emoción inmediata, la ciudadanía se debilita y se debate entre el enfrentamiento o la indiferencia. Ambas hijas de la polarización.

Pedro Rújula es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza

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