Tal vez el año 2024 sea menos incongruente que el 2023.
Tal vez el año 2024 sea menos incongruente que el 2023.
Eduardo Parra / Europa Press

El 23 se escapó ante mis ojos atónitos sin que pudiera reaccionar a tiempo para subirme en él. Una vez más me quedé sin llegar a conocer el parque del Respeto, que está al final de la línea, junto a la ciudad de la Justicia. Era el día de San Silvestre y en unas horas entraría el nuevo año, teniendo que ocuparme desde entonces a investigar la línea 24, la que va de Valdefierro a Las Fuentes y viceversa. Me vi por un instante como Gustavo, el protagonista de ‘El Incongruente’ de Ramón Gómez de la Serna, y pensé como él: «Yo no tengo lógica y, por lo tanto, se desatan todas esas cosas apretadas y muy ligadas que tienen los otros, las cosas que les obligan, les conducen, les llenan de dolor…». «¿Habrá algo más ligero que la incongruencia y que aleje más la idea de esa responsabilidad que ellos han inventado?». Tal vez por tratarse de un número primo, divisible solo por el 1 y por sí mismo, como todos los primos, el año 23 había funcionado con total incongruencia, es decir, sin sentido ni lógica alguna. Y no hubo algoritmo ni IA (Inteligencia Alguna) capaz de ordenar semejante caos. Y envidié a Gustavo cuando decía: «Yo, en la incongruencia, siempre estoy alegre». Tal vez el 24, por ser un número par, semiperfecto -que es igual a la suma de algunos de sus divisores propios- sería más amable que su predecesor. El número 24 simboliza el hogar, la salud, la curación, la seguridad, el amor, la belleza, la comodidad, las relaciones, el trabajo en equipo, el romance, la diplomacia. A ver. La incongruencia, en principio, debería quedarse fuera por no haber sido invitada a la fiesta. ¡Feliz 24!

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