Por
  • Cartas al Director

Acuerdos entre el Ayuntamiento y la DGA

El presidente de Aragón, Jorge Azcón, junto a la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca.
El presidente de Aragón, Jorge Azcón, junto a la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca.
Francisco Jiménez

La cordialidad y la disponibilidad para llegar a acuerdos en estos cuarenta años de democracia entre el gobierno de Aragón y la ciudad de Zaragoza no ha sido un hecho frecuente, más alejadas si cabe cuando ambas instituciones eran de diferente color político. Lejos de entenderse, la relación ha sido de desconfianza y de continuos enfrentamientos, paralizando algunos de los proyectos en deterioro de la sociedad aragonesa. Que hoy sean las dos instituciones del mismo color, añadido al conocimiento del actual presidente por su anterior mandato como alcalde de la ciudad, y la voluntad de entenderse, lejos del enfrentamientos que no ayudan, contribuirá a sacar proyectos que llevaban tiempo enquistados, que beneficien tanto a la comunidad como a la ciudad. En este cambio de ciclo, ambos mandatarios, algo no frecuente en la anterior legislatura, se han reunido para que estos se cumplan. Acuerdos que han llegado para construir 545 viviendas de protección oficial en cinco distritos de Zaragoza. Las últimas construidas para las personas con menos recursos, quiero recordar, serían Valdespartera y Parque Goya. Tras veinte años de proyectos tirados a la basura, la nueva Romareda está más cerca que nunca. Hacer de las abandonadas riberas del Huerva un parque que dignifique esa zona, o reavivar el proyecto de la construcción de viviendas en la calle Embarcadero, paralizado por disputas entre quienes gobernaban en la anterior etapa, todo son proyectos de un gran calado. La búsqueda de consensos debe prevalecer entre las dos instituciones, para así llevar a buen puerto las diversas iniciativas. Enfrente, una oposición vigilante, complemento para que en este cambio de ciclo todo lo pactado se cumpla.

Daniel Gallardo Marín

GARRAPINILLOS (ZARAGOZA)

Los caminos de Hermann Hesse

La literatura de Hermann Hesse se caracteriza por el desarrollo personal y por la búsqueda de la verdad. La novela ‘Siddhartha’ representa el camino de búsqueda de la paz interior, donde desaparece el tiempo. El protagonista encuentra la sabiduría en el río (la Unidad), aprende a escuchar sus voces, el Om, el conjunto, la perfección, esa sabiduría que no se opone a ninguna voluntad, la cual no es comunicable ni se puede enseñar, sería locura intentarlo. ‘Demian’ es el camino del crecimiento, de una búsqueda. La marca del estigma de Caín en la frente, un nuevo dios, Abraxas, el pájaro que rompe el cascarón, ese cascaron es el mundo (una premonición de la Primera Guerra Mundial ), es el camino de la madurez. ‘Bajo las ruedas’ también es el camino de una búsqueda, la del conocimiento, la lucha contra tus propios límites para conseguir el reconocimiento académico. Pero el crecer es duro y puede ser destructivo. En ‘El lobo estepario’ Harry Heller tiene dos naturalezas, la del lobo y la del hombre, enfrentadas entre sí, llevándole a la marginación social, a la angustia y a la desesperación, pensando en la muerte como una liberación en un todo inmortal. ‘Peter Camenzind’ busca a Dios en la Naturaleza, integrándose en ella y haciéndose seguidor de San Francisco de Asís. En ‘El juego de los Abalorios’ se busca la perfección del espíritu en la música, las matemáticas, la física, en las humanidades y en el arte. Hermann Hesse es uno de los autores que más influyeron en nuestra juventud y después de releerlo se mantiene totalmente vigente este escritor alemán, nacionalizado suizo, que recibió el Premio Nobel de 1946.

José Vicente Domeque Goya

ZARAGOZA

No todo debería valer

Las formas, la educación, el saber estar son muy importantes en todas las facetas de la vida. Bueno, en todas no. Los políticos son un aparte. El juramento. Hace unas semanas se produjo el juramento de la Constitución por parte de

nuestra princesa Leonor. Día importante, ceremonia a la altura de lo esperado, protocolo serio y una joven de 18 años realizando un perfecto y correcto acto con las fórmulas establecidas. Hace menos tiempo se produjo la apertura de la nueva legislatura de las Cortes Generales. Otro acto bien estudiado y llevado adelante con la educación y el saber estar de nuestros monarcas. Vamos a irnos más lejos en el tiempo y recordemos la ceremonia cuando los diputados y senadores (elegidos por nosotros) tuvieron que jurar o prometer la Constitución. Con sus mamarrachadas, sus señorías fueron los que no estuvieron a la altura. Que si juro o prometo por imperativo legal, por la república, por una Cataluña libre, etc. Pensemos en la princesa jurando por Snoopy, por ejemplo. Le caería la del pulpo. Si el primer día que son oficialmente diputados o senadores hacen esto, ¿qué no harán después? Bueno, sabemos parte de lo que hacen: cuando no les gusta la programación o el acto a celebrar o dicen que es contrario a sus ideas, pues no van. ¿Se imaginan que su responsable o el jefe de área no son de su agrado y deciden no ir a trabajar? ¿Qué pasaría? A la calle. A la persona elegida en las elecciones que no respetara las instituciones o se saliera de la fórmula estipulada o se ausentara de su ‘puesto de trabajo’ sin justificación, se le debería retirar el acta y a su casa. Ya está bien de privilegios, no saber o no querer estar a la altura de la gente de a pie como usted o como yo. No todo debería valer.

Adolfo García Hernández

Zaragoza

Una misa distinta

Una misa como casi todas las que se celebran los domingos; el sacerdote y sus feligreses en cualquier iglesia de Zaragoza. Pero hoy ha sido distinta, especial. Hoy, en la capilla de Compañía de María hemos celebrado la eucaristía de Navidad. Nos hemos reunido ante el altar de María; educadores, alumnos y familia. Hemos leído, escuchado y cantado, por supuesto hemos dado las gracias por todo, sobre todo por poder estar. Es un sentimiento mutuo el que nos ha congregado a todos los creyentes, nuestra fe. Cada uno tiene la suya, no tiene por qué ser la misma, todas son muy respetables. Lo importante de ellas es... que nos ayudan, nos animan y nos levantan de cualquier adversidad. El dolor no nos lo quita, pero lo mitiga. Gracias a ella podemos levantarnos cada día y decir al cielo ‘gracias’, por ser como soy, por tener lo que tengo, por no estar enfermo, tener un trabajo y compartir con los que me quieren todo lo mío. Rezar una oración no es nada malo. Aunque hoy en día sea lo que menos se haga y se hable poco de la religión. Parece que sea tabú. Las oraciones no te dan a la persona que te han arrebatado, tampoco te devuelven la amistad de aquel amigo olvidado... La oración llena esos espacios vacíos en que a veces crees haberlo perdido todo. Mis oraciones van por esas personas desamparadas en medio de unas guerras que no tienen sentido. Porque ellas no pasarán una feliz Navidad. Nadie somos quien para arrebatar ni si quiera una de esas vidas.

Nuria Marruedo López

ZARAGOZA

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión