Si la política fuera una actividad rigurosa, cumplidora y puntual, deberíamos conocer de forma inminente el nombre de la persona que se propone desde el grupo parlamentario responsable para el cargo de Justicia de Aragón. 

Esperamos sinceramente que la decisión no se dilate en exceso como en ocasiones anteriores, cuando la institución quedó algo relegada y deslucida en su prestigio y actividad. Ángel Dolado, el último Justicia, comenzó su mandato con tenacidad y afán. La institución levantó el vuelo y recondujo su actividad hacia el servicio ciudadano y la obligación de incomodar responsablemente al poder. Desgraciadamente, la enfermedad no le dejó llevar a cabo todos sus planes y su figura desapareció del espacio público de un modo algo abrupto. Javier Hernández, tal y como marca la Ley del Justicia en su artículo 39, ha ocupado la figura de lugarteniente que, como se ha visto, ha sido útil y eficaz.

Hay algunas sombras, sin embargo, en un malogrado intento de regreso del titular y en la insistente postulación para el cargo del propio lugarteniente, algo que parece legítimo, pero no un argumento definitivo. Han sonado otros nombres también en la carrera judicial y hay voces que señalan que sería el momento de que el cargo -no olvidemos que el Justicia es la tercera autoridad de Aragón- lo ocupe por primera vez una mujer. Si la política fuera una actividad rigurosa, cumplidora y puntual.

Juan Luis Saldaña es escritor