Las Navidades de 1823 y 1923

Las Navidades de 1823 y 1923
Las Navidades de 1823 y 1923
Lola García

En 1823, la Navidad de Zaragoza estuvo marcada por la reciente derrota, política y militar, de los liberales que habían ‘resucitado’ la Constitución de 1812. 

Fernando VII la abolió en 1814, un golpe la restauró en 1820 y su vigencia duró menos de un trienio: el Trienio Liberal. Un nutrido ejército francés ocupó Zaragoza y media España –lo de los soldados franceses y la capital aragonesa fue con doble billete de ida y vuelta, en 1808 y quince años después– y, con su ayuda, los ‘realistas’, partidarios de la monarquía absoluta vencieron de nuevo a los liberales.

Navidad hace dos siglos

El día de Navidad, uno de ellos, preso y deprimido, se ahorcó en la cárcel. Se llamaba Francisco Anchóriz y era de Tarazona. Un cronista local se asombra del hecho, pues lo hizo tras haber "estado su propia mujer a las 10 de la mañana a verlo y despedirse de él para ir a misa". Al poco, unos soldados desde una ventana exterior, lo vieron colgado, del techo. Avisaron "al carcelero y al alcaide y le hallaron colgado de una escarpia al mismo techo, a donde se había atado una cuerda de palma con que se aseguran las escobas, con la que, después de darse dos o tres vueltas al cuello, se tiró al aire desde una silla. Murió muy presto" sin que se enterase nadie en la cárcel. El pobre quedó con los ojos entreabiertos y los auxilios fueron vanos. Llevaba en la mano un papel en el que había escrito que nadie era culpable de su muerte, sino él mismo. "Era de unos 40 años, acomodado, y con cinco hijos, cuyo cadáver (...) fue entregado a sus parientes". Fue enterrado en San Pablo, el día 27 "en la capilla de Santo Cristo". A pesar, si hay que creer a Faustino Casamayor, de tratarse de un suicida.

Horas después, la atención pública, olvidadiza, se dirigió hacia el Pilar, donde formó un flamante Regimiento de Voluntarios Realistas de Aragón, de casi mil hombres. El Cabildo había encargado, y pagado, una gran bandera con el escudo de los Borbón bordado en el centro y, en los ángulos, barras de Aragón y leones de Zaragoza. Hubo ceremonia catedralicia, el capitán general paseó la enseña por el templo mariano y, ya en la plaza, los soldados juraron ante ella luchar por la religión y por el rey.

El general Fleyres hizo un retrato nigérrimo de los liberales: sostén del desorden, del asesinato y de toda clase de perfidias, de costumbres inmorales, ofensores del rey y de las autoridades eclesiásticas y civiles, movidos por "el genio del Mal, perturbador de la tranquilidad pública, porque no duerme, y de día y de noche trabaja en sus infernales maquinaciones". Casi, casi, hijos de Satanás. Se oyeron vivas a la religión y al rey y un vate elogió a los soldados: "Al Rey, fieles, le queréis, / y a sus antiguos derechos / manifiestan vuestros pechos / cuando así lo defendéis". Muchos de ellos eran jornaleros, alistados por la paga, aunque quizá no solo por ella.

Fue también noticia callejera que había fallecido una mujer de 104 años, nacida en Cariñena, conocida por cobrar una pensión otorgada tras haber perdido dos hijos en los Sitios. Y añade el curioso: "Se mantenía muy robusta, empleada en vender hortalizas y frutas todo el año".

La Navidad se vive como un tiempo anual repetitivo y dedicado a rituales que parecen invariables, pero no hay dos días iguales ni dos Navidades tampoco

Navidad hace un siglo

En 1923, la ciudad del Ebro aún estaba digiriendo el asesinato del cardenal Soldevila, su arzobispo (junio); el golpe de Estado de Primo de Rivera (septiembre); y la sangría de la guerra de África (Annual, 1921), que llenaba de luto y de vergüenza al país. Ya había pujos, muy minoritarios, de ese nacionalismo victimista ‘curalotodo’ que aún resuella.

Decía Heraldo que a la gente "no le ha pasado por las mientes la idea de que pudiera ser sustituido el Estado español, en parte, o, en todo, por un estado aragonés". Y ventea la etiología: "El regionalismo a la manera catalana no es planta que pueda arraigar en nuestro suelo". Tras analizar la creación en Cataluña de una ‘Mancomunidad’ de provincias: "Nada, pues, de pequeños estados, pequeños estadistas ni pequeñas soberanías (...). Seamos todos libres dentro de España y para España. Esto es lo interesante y lo que todos creen más acertado en nuestra tierra", frente a una "insignificante minoría que intenta traer las modas de Cataluña".

Pero nada de hacer de segundón: "Todo ello no implica sumisión al centralismo, ni falta de amor al país, ni renunciamiento al noble empeño de gobernarnos por nosotros mismos". No suena a viejo, aunque sea tan antiguo.

En fin: también aquella Navidad fue cara para mucha buena gente. Malas cosechas (vean la ilustración), salarios bajos y precios por las nubes. Heraldo diagnostica: "Costará sacrificio en los modestos hogares el despilfarro de la jubilosa Navidad (...) El malestar subsiste en todos los pueblos en España (...) Haría falta una dictadura en la política de abastos". Otros tiempos, iguales aprietos. Eso, sí: con luces led.

Tengan feliz Nochebuena.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Guillermo Fatás)

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