Plancton
Fue un jarro de agua fría enterarnos de la desaparición de festival Periferias. Recuerdo la ilusión con que nos acercábamos, desde el otoño del 2000, y lo bien que lo pasábamos de un lado a otro de Huesca, que por unos días se convertía en capital de la modernidad.
Siempre veíamos a Luis Lles, artífice y alma del festival, y le felicitábamos por su trabajo. Recuerdo un concierto en el Jai-Alai, donde el Chile electrónico nos tuvo en pie hasta las cinco de la mañana. La tarde anterior habíamos asistido a una charla de escritores latinoamericanos sobre literatura y exilio. Ricardo Cayuela dijo que el exilio te aligera. A la mañana siguiente fuimos a ver una exposición en el convento de las Capuchinas, que acababa de ser restaurado.
En 2004, en el contexto del festival, se inauguró una exposición sobre la sala ‘Tránsito’, creada y dinamizada en 1984 por Alberto Gabarre, quien acaba de abrir una petición de firmas contra la desaparición de Periferias.
Luis Lles era el alma musical de aquella movida, y Alfredo Cabañuz pintaba escenografías. Ismael Grasa, como orgulloso oscense, comisarió dicha exposición y dijo que desde Ramón Acín no se había dado en Huesca un movimiento de vanguardia semejante. Y pura vanguardia ha seguido siendo Periferias, que ha sobrevivido con el mismo espíritu experimental, sin prejuicios, a pesar de las amputaciones presupuestarias que ha sufrido la Cultura. Recuerdo la voz blanca de Fredo Viola en el salón de doña Petronila, pura armonía, y recuerdo que un año el tema fue ‘La razón y la locura’. Toda Huesca vivía sumergida en el nutricio plancton de Periferias.
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