Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

¡Silencio, se mata!

Soldados israelíes apostados en una colina en el norte de Gaza desde donde observan una zona reducida a escombros.
Soldados israelíes apostados en una colina en el norte de Gaza.
Menahem KAHANA/AFP

El 8 de octubre, Netanyahu dio la orden. ¡Silencio, se mata!, gritó desde el muro que cierra Gaza. Solo sus tanques y cazas podían hablar. Había que vengarse del más letal ataque palestino en los 75 años de historia de Israel (1.400 muertos). No atendió el mensaje de que el terrorismo de Hamás no se extirpa bombardeando a miles de civiles.

Tras dos meses de revancha, ni las apabullantes proporciones del drama (19.000 palestinos muertos) han logrado romper el mutismo de los gobiernos occidentales y árabes. Más allá de algunas campanudas declaraciones de condena, nadie quiere molestar a Tel Aviv.

Ocho décadas después del Holocausto, el asesinato de seis millones de judíos abruma todavía a Europa y Estados Unidos. Israel se ha arrogado, en palabras de Rafael Sánchez Ferlosio, "el monopolio del victimato legítimo". En 2009, el gran ensayista escribió: "Los judíos no se vengan de Hamás, siguen vengándose de la Shoah, pues sólo ellos son los legítimos portadores del victimato: del victimato único y universal, y por lo tanto eterno". Después añadió: "Esto hace verosímil la automática prontitud con que acusan de antisemitismo a casi todo crítico de las acciones de Israel".

En silencio se está polvificando Gaza como antes se hizo en Mariupol, Grozni, Bagdad, Sarajevo… Siempre se mata en silencio porque los gobiernos presentan sus ofensivas como una pugna entre el bien y el mal. Sin embargo, la guerra no es algo que trate de la victoria o la derrota, sino de la muerte y del hecho de infligirla. Representa el fracaso absoluto del espíritu humano.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Javier Rueda)

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