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Cartas al director de HERALDO: El ‘entretenido’ viaje a San Sebastián

El ‘entretenido’ viaje a San Sebastián
El ‘entretenido’ viaje a San Sebastián
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El ‘entretenido’ viaje a San Sebastián

De nuevo en Ítaca, he conseguido arribar a puerto. No sé si será eso que llaman ‘efecto mariposa’, pero descarrila un tren en Atocha y el Alvia coge una hora de retraso desde Barcelona. Al final fueron tres cuartos de hora y devuelven la mitad del billete. 

Llegada a las diez a San Sebastián, menos mal que, como en el tren se puede comer, llevaba kit de imprevistos para cenar. Estación provisional, laberinto entre los bajos de las torres de Atocha para encontrar la pasarela que cruza las vías. La impresión de que apenas se había avanzado en un año me la confirmó el artículo del ‘Diario Vasco’ al día siguiente. La estación no se inaugurará en 2024 sino un año más tarde. La ‘y griega’ vasca, que debería llevar funcionando desde 2012, no estará acabada hasta casi 2030. Aun así, puede que entonces quede como una isla, pues están sin adjudicar las conexiones con la Meseta y en duda la alternativa para enlazar por Navarra (Vitoria o Beasáin, con lo aficionados que son a los rodeos me figuro cuál elegirán). La vuelta, imposible en el tren, sale a las 7 de la mañana. El bus hasta Pamplona, casi cada hora; desde Pamplona, sólo uno que sale a las 13.50. Como en el bus no se puede comer, he cogido un Alsa para llegar con una hora de tiempo y comer algo en la estación. Increíble, parecía que había pasado un cataclismo, goteras y cubos por todos los lados, el bar, por supuesto, cerrado. Con casi una hora de margen, el instinto de supervivencia me ha llevado a la calle a buscar un bar y ha habido suerte, he encontrado uno nada más cruzar la carretera. Para menú iba un poco justa, pero tenían unos bocatas estupendos. Últimamente mis viajes son más entretenidos que los de Ulises. En fin, siempre nos quedará Madrid, quizá por eso se han montado semejantes atascos estos días en sus calles.

Juana Mary Lecumberri Romea. ZARAGOZA

También está en nuestras manos

Hace ya unos años que los ciudadanos nos venimos quejando de que la sanidad pública se ha deteriorado en Atención Primaria, Urgencias o listas de espera. Creo que también es justo resaltar las cosas buenas que tiene nuestra sanidad pública, envidiada por casi todos los países del mundo. Concretamente me refiero al Hospital de Día del Clínico Universitario, donde se trata a pacientes crónicos por diferentes patologías. He estado un mes acudiendo dos horas diarias donde he sido transfundido para un tratamiento arterial. Todo el personal sanitario que atiende esa sala, donación en su día de Inditex, es envidiable, con un comportamiento extraordinario, tanto profesionalmente como en lo personal. Ni una sola queja he podido observar en ningún paciente, la amabilidad ha sido constante y el cariño hacia los más mayores digno de ser premiado. En nuestra sanidad, además de mejorar las deficiencias existentes, sería importante aumentar nuestra empatía hacia los demás y que aplaudamos en su justa medida a quienes se dejan la piel a diario por los enfermos. Valoremos más que nunca lo bueno que tenemos y ayudemos en lo posible a que nuestra sanidad mejore día a día, eso también está en nuestras manos.

Javier T. Láinez Royo. ZARAGOZA

La conciliación era eso

Pesadillas, los martes no, por favor, ya sabes que el miércoles es el peor día para mí, siempre voy mal de tiempo. Los vómitos y la diarrea, para los viernes, así el fin de semana podemos recuperarnos. El ‘mal de panxa’, si empieza ya en el cole, que sea a partir de las 13 horas (que me pueda organizar), y si es ‘de penita’, ya sabes que tienes que aguantar un poco y pedirle un abrazo a la profe antes de avisar, por si acaso. Las toses y los mocos, mejor de día y con tiempo si vas a hacer fiebre (a ver si alguna abuela puede venir). Si ya estás en clase, acuérdate de pedir ‘mamá’ los lunes y martes y ‘papá’ miércoles y jueves. Los viernes, que avisen primero a tu hermana, y ya valorará ella si puedes esperar a terminar la jornada o no... La conciliación era eso, decían. Se escribe en titulares muy grandes que llenan cabeceras de telediarios y bocas (aún más grandes) de políticos sin babero, pero se redacta con letra muy, muy pequeña, para que no la vean los minúsculos trabajadores que sacan adelante el día a día. Casi siempre tiene nombre de madre (o abuela), doble cara y vida corta. Y lo más importante, nadie nos dijo que requiere la implicación (y buena voluntad) de todos, empezando por los más pequeños de la casa... Si no, es imposible. Con estas premisas, ahora ríase usted de Trento, del Vaticano II o del Concilio de Elrond. Ya querría ver yo a Gandalf organizando ‘plannings’ de 176 días lectivos al año... Al final, tendremos que confiar en ellos... Y entenderán que no me refiera a ministros, consejeros, directores, gestores y demás personajillos ‘oompa-lumpa’ de medio pelo, sino a las pequeñas capitanas y capitanes de nuestras empresas más importantes. Ellos, como siempre, no sólo no nos defraudarán, sino que superarán con creces nuestras expectativas (pobres de nosotros, ansiosos adultos incrédulos), nos sacarán del apuro, nos aflojarán la corbata y nos limpiarán de angustia vital las pupilas. El problema es, como siempre, el precio a pagar, porque no nos engañemos, tarde o temprano nos tocará reconciliarnos (perdonen el juego de palabras facilón pero, llegado a una edad, uno tiene sus vicios) con nuestros hijos e hijas… y con sus prisas, sus ansiedades, su insomnio y su presbicia precoz de pantallas y neones. Esperemos que no sea demasiado tarde. Como decía aquel joven y prometedor poeta aragonés (cuyo nombre he olvidado), "mis hijas me enseñan a ser padre, y todos los días hay clase".

Arturo González Laborda. PALMA DE MALLORCA

El ministro y los ferrocarriles

El señor ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, no va a arreglar el preocupante deterioro de nuestra red ferroviaria a base de hablar con estridencias desde un atril, y con muy malas formas oratorias parlamentarias (aunque hayan sido de encargo). Lo podría arreglar –o al menos intentarlo– con un poco más de sentido común y de prestancia. Las vías tienen dos rieles, uno a la izquierda y otro a la derecha (según el sentido de la marcha), pero forman un todo sin el cual no son viables. Perdón por la metáfora, pero ya vale de retrasos, de descarrilamientos, de aglomeraciones, averías y demás contingencias en lo que creíamos que era una buena red de ferrocarriles. También nos creíamos que teníamos una buena sanidad y mire lo que pasó con la pandemia de la covid-19. Tenemos unos buenos sanitarios y unos buenos ferroviarios, pero la gerencia de los ministerios en los que trabajan deja mucho que desear.

Mariano Ara Báguena. ZARAGOZA

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