El festival Periferias, original en su concepto y multifacético en su desarrollo, se había convertido en todo un emblema de la cultura contemporánea y en un sugerente atractivo para la ciudad de Huesca. Vox se empeñó en hacerlo desaparecer y aprovechando la negociación presupuestaria lo ha conseguido, forzando la cesión de la alcaldesa, Lorena Orduna. 

Se da así pábulo a unas ‘guerras culturales’ que carecen de sentido y los de Vox, con la aquiescencia del gobierno municipal del PP, caen en el mismo tipo de sectarismo que, a veces con razón, critican en otros

Finalmente, la alcaldesa Lorena Orduna y el PP han cedido ante las exigencias de Vox y el festival Periferias ha desaparecido de los presupuestos municipales de Huesca. Un evento cultural arraigado en la ciudad, que se celebra desde el año 2000, que tenía características experimentales e innovadoras y que abarcaba múltiples disciplinas se pierde sin que se haya aclarado ni cuáles son las razones ni cómo llenará el Ayuntamiento ese vacío. La explicación que Vox dio en algún momento, que Periferias solo serviría para regar de millones a unos ‘culturetas progres’, no pasa de la caricatura y la obsesión con la que los voxistas han insistido en Huesca en este asunto evidencia una actitud sectaria, que descalificaría en conjunto al sector cultural, lo que es inasumible. Periferias, en su variedad y con su carácter vanguardista, ha podido presentar propuestas arriesgadas, pero la experimentación es consustancial a la actividad cultural. Y siempre cabía ampliar su espectro, si es que el problema estaba en una excesiva participación de ciertas propuestas ideológicas. La eliminación de Periferias, a la que la alcaldesa debería haberse resistido con más firmeza, no resuelve problemas presupuestarios ni de gestión en el Ayuntamiento oscense, y empobrece en cambio culturalmente a la ciudad.