Por
  • Esteban Sarasa

Eulogio de Córdoba en Siresa

Monasterio de San Pedro de Siresa (siglo IX)
Monasterio de San Pedro de Siresa (siglo IX)
Isabel Ubieto Artur

A mediados del siglo IX, hacia el 848, Eulogio, obispo de la comunidad cristiano-mozárabe de Córdoba, la capital del emirato andalusí, se dirigió por carta a Wilesindo, obispo de Pamplona, agradeciéndole la presentación que le había enviado para poder visitar los monasterios pirenaicos, en los que encontró comunidades de monjes receptivas e ilustradas que le habían acogido con total cordialidad.

El monasterio sirense atrajo especialmente al prelado, fundado en la década de los años veinte del siglo noveno con una inicial comunidad franca, a la vez que se documenta la aparición de una familia condal encabezada por Aznar Galindo, sobre un reducido territorio comprendido de este a oeste entre los valles de Canfranc y Ansó con los límites del curso del río Aragón. Condado y monasterio están en los orígenes de la primera organización política y territorial de la primera estructura poblacional enclavada en un espacio y con un componente humano ya vertebrado en torno a los valles y a las villas que los textos documentan con detalle en cuanto a la onomástica y toponimia del conjunto.

"Y lo que más me agradó fue visitar el monasterio del beato Zacarías, situado al pie de los montes pirineos, en los pasos hacia la Galia Comata, donde nace el río Aragón. Porque adornado de muy acreditados afanes en el ejercicio de la disciplina regular, iluminaba todo el occidente. Al estar muchos días en el monasterio de Leyre, supe antes de llegar allí, que moraban en él unos varones que eran los primeros en el temor de Dios. Y después de pasar por otros lugares, me concedió Dios llegar por fin a aquel cenobio que tan intensamente nos ilusionaba" (Ed. MIGNE, vol. 115, col. 845-852).

La huella de Carlomagno rey de los francos desde el 768 y después de los lombardos, emperador desde el 800 y muerto en 814, se asocia a una primera idea de Europa cifrada en la nueva cultura romano-cristiana, la lengua latina y la uniformidad litúrgica con la división social trifuncional (milites, oratores y laboratores); siendo uno de los protagonistas más recordado de toda la Edad Media, y aun hasta la actualidad, pues su nombre lo lleva un título continental otorgado a personalidades que han promovido la unidad europea con todos sus valores.

En su época se dio en el verano del 778 la supuesta derrota de la retaguardia carolingia en Roncesvalles al regreso de su fracasado sitio de Saraqusta, al desdecirse su gobernador de la promesa de alianza con el rey franco por estar enemistado con el emir de Córdoba; así como el apoyo a los poderes locales de la vertiente meridional pirenaica en la construcción de sus incipientes estados a través de la expansión monástica, y también la conformación de la marca de los "hispani", Marca Hispánica, con la red de condados personalizados que darían origen a la larga a Cataluña.

El monasterio de Siresa "lo presidía el abad Odoario, varón de gran santidad y de mucha ciencia, el cual, acogiéndome más dignamente de lo que se puede relatar, nos trató con todo afecto. Y los miembros de aquella comunidad, que casi pasaban de cien, brillaban como estrellas del cielo en el ejercicio de la virtud. Y después de convivir con ellos, al querer marcharme se arrodillaron todos en el suelo y suplicaron con insistencia preguntándome por qué iba a dejarlos tan pronto. Pero luego, al quedarme, nos mostraron su amistad el abad Odoario y el prepósito Juan en un coloquio sobre las divinas escrituras durante todo el día y hasta el amanecer" (ibídem).

Eulogio había tenido interés en viajar hasta el norte pirenaico en busca de noticias sobre algunos parientes que habían partido de la capital emiral para cruzar la cordillera y adentrarse en la Galia sin saberse de ellos por el momento. Pero la gran sorpresa del obispo mozárabe fue encontrar en el cenobio sirense, además de una comunidad acogedora, un conjunto de manuscritos que contenían obras para él no disponibles en su sede cordobesa. Ante tal notoriedad permaneció más de lo inicialmente previsto en Siresa para encargar la copia de algunos de los libros en cuestión, al objeto de llevárselos a su ciudad: "De allí se trajo, no para su uso privado sino para el común de los estudiosos, el libro de la Ciudad de Dios, de San Agustín, y la Eneida, de Virgilio, y también los libros métricos de Juvenal, y los poemas satíricos de Flaco, y los opúsculos elaborados de Porfirio, y las colecciones epigramáticas de Adhelelmo, y las fábulas métricas de Avieno, y brillantes poemas de los himnos católicos, con otros libros de cuestiones sagradas reunidas por el ingenio de muchos" (Vida de San Eulogio por Álvaro de Córdoba, ed. España Sagrada, vol. 10, pp. 572-573).

El relato confirma el predominio de la cultura y religiosidad mozárabe, de influencia bizantina, entre las élites de la sociedad hispanocristiana del emirato musulmán, frente a la ya manifiesta influencia de lo que por entonces comenzaba a fraguarse en la Europa carolingia a través del monacato como instrumento de difusión y colonización de los condados situados en la vertiente meridional pirenaica, y de lo que es una buena muestra la relación de textos que encontró Eulogio en San Pedro de Siresa.

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