La nueva sociedad

La boda civil une a los contrayentes a efectos legales.
La nueva sociedad
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Que estamos ante una sociedad completamente nueva creo que es un hecho incontestable. No necesitamos imprescindiblemente los datos del Instituto Nacional de Estadística para enterarnos. Solo con vivir la vida sabemos que las pautas sociológicas por las que se rige nuestra sociedad son ya otras. Esos cambios nos los encontramos en los conocidos y amistades, e incluso en la propia familia más o menos extensa.

Las familias cristianas es evidente que siguen existiendo pero, en cierto modo, han regresado a las catacumbas. Son las que cada vez son menos. Son las que siguen llamando a sus hijos Pablo, Jorge, Javier… Y en las féminas, aparte de los nombres de las madres, sobrevive María, en sus diversas modalidades (Miriam, Mariona). Esto de los nombres es un indicio bastante fiable de la supervivencia de más o menos religiosidad de las parejas. La mayoría de las familias de nacionalidad española ya se sabe que han dejado atrás su tradicional fe, no casándose ya por la Iglesia, y llamando a sus hijos (si los tienen), Jonathan, Brian y muchos nombres del Antiguo Testamento bíblico, como David, Rubén, Josué, Rebeca, Ruth, Judith… Punto y aparte, ahora tienen mucho predicamento los nombres euskeras como Aitor (padre de los vascos), Gorka, Endeka, Edurne, Ainhoa, y los del cine y la tele, Jennifer, Deborah, Davinia, Lara, Sandra. Las Vanesas ya empiezan a ser mayorcitas. Y en aumento van los nombres de las culturas de países de emigración.

Como las bodas eclesiales disminuyen, pues se incrementan las bodas civiles en juzgados y ayuntamientos. Y las parejas sin casarse. Eso parece que va en claro aumento. No es de extrañar que los nacimientos vayan preocupantemente en descenso, siendo ya, junto con Japón, el país con menos natalidad del mundo. Casi compensan esta tendencia las madres solteras, y los inmigrantes. Las técnicas de fecundación artificial posibilitan que aumenten por la calle los cochecitos de bebé gemelitos, así como las criaturas provenientes de parejas del mismo sexo.

Y asimismo hay menos bebés porque las madres son cada vez más añosas. Cuarenta años para el primer hijo, por lo que hay menos nacimientos. Como vemos, el envejecimiento español es el mayor de toda la Unión Europea. Al paso que vamos, como las defunciones son más que los nacimientos, poco a poco nos iremos despoblando gracias al ritmo de vida – que no da ni tiempo ni ganas-, la pandemia, sus secuelas y el incremento de enfermedades varias.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Mateos)

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