Llanto por Casa Ruba

Llanto por Casa Ruba
Llanto por Casa Ruba
G.C.

Uno de los lujos de Aragón es que, en una excursión de día, puedes disfrutar del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Vale en cualquier estación, pero sin duda el otoño es su gran momento. Y si ya llevas de banda sonora a La Ronda de Boltaña, el deleite es completo, aunque sus letras son tan reales que a veces encojen el alma.

"Caerá la nieve como cae la noche, serena y silenciosa el tejado cubrirá. Silencio y nieve, crujirán las vigas. Invierno sobre invierno, ¿cuánto resistirán?", cantan los de La Ronda en ‘La casa caída’ o "febrero tras febrero, eterno invierno, a esta puerta la vida ya no ha vuelto a llamar". Son estrofas que valen para muchas casas del Pirineo porque, aunque cada día se recuperan más, son cientos las que refrendan el título de la canción.

Que entre ellas figuren las declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) es un baldón que nos concierne a todos. Así ocurre con las casas torreadas del Alto Aragón, un patrimonio secular que ya recogió en 2007 Antonio Naval en un precioso libro editado por Prames, muchas de las cuales piden auxilio. En el mismo Parque de Ordesa sucede con Casa Ruba, una casa torreada que en mayo de 2022 entró en la lista roja del patrimonio de Hispania Nostra y que sigue perdiendo piedras de la fachada. Ahí está, vallada desde antes de la pandemia, con una grave herida bajo la cumbrera que hace temer por su futuro.

Para quienes no la conozcan, es una construcción con los mejores atributos de las casas de alta montaña del Pirineo de grandes dimensiones, con su torre cilíndrica y planta en forma de U, en torno a un patio de amplios solanares y con tejados de pizarra a varias aguas. Tiene las fechas de distintos momentos de la edificación, como el 1610 que figura en el dintel de una ventana de la fachada. El conjunto bien podría ser escenario para mostrar los modos de vida de nuestras montañas, con los enseres, ropas y oficios de antaño, en un pueblo con una posición espectacular, en el valle de Vió. No hay que olvidar que Ordesa tiene 15.696 hectáreas de Parque natural y 19.600 más en la Zona Periférica de Protección, en los términos municipales de Broto, Bielsa, Fanlo, Puértolas, Tella-Sin y Torla-Ordesa, siendo Fanlo la que aporta el 52,9%.

Mientras una casa como esta se cae, se está construyendo un centro de visitantes de nueva planta en Escalona, en el acceso este del Parque, con una inversión que supera los 3 millones de euros. Está compuesto por tres bloques que evocan las bordas de los pastores, lo que lleva a preguntarse si con ese presupuesto no se podía haber restaurado para el mismo fin alguna de las que se caen de verdad o pensar en edificios como Casa Ruba.

Es una obra que recuerda otros dislates como la ‘compensación’ del Estado a Guadalajara tras el gravísimo incendio de 2005: se decidió dotar a Molina de Aragón de un Parador y, en vez de restaurar algunos de los palacios que esperaban su oportunidad, se está construyendo de nueva planta… con una inversión de 18 millones de euros.

Ahora que el presidente aragonés está lanzando el Plan Pirineos para los cuatro valles, tiene en el Sobrarbe el reto de hacer del Patrimonio uno de sus puntales y, al calor del arrastre de un parque natural del empaque de Ordesa, impulsar la recuperación de casas emblemáticas como Casa Ruba y sus hermanas. Si el Parque recibe más de medio millón de visitantes al año, bien merece reversiones así y que propietarios, ayuntamientos, gobierno autonómico y parque nacional dejen de mirarse unos a otros. Es el mismo clamor que emiten otras, como Casa Pallás de Guaso, en este caso más monumental aún, que no deberíamos permitir que acabe en otra casa caída.

Caen las hojas en el maravilloso otoño de Ordesa y siguen cayendo las piedras de Casa Ruba, una gran casa torreada del Pirineo enquistada en la lista roja de patrimonio

Y desde luego, cuidar a quienes con su esfuerzo las mantienen y enaltecen. Ejemplar es la determinación de los tres hermanos de Casa Mur de Aluján, que han hecho de su casa torreada un referente de buena rehabilitación y le han dado una nueva vida como alojamiento de turismo rural, en una costosa restauración en la que llevan más de tres décadas. Por supuesto han atendido a los exigentes requerimientos normativos, aunque el único beneficio público de un BIC sea la exención del IBI.

Situada en un paraje privilegiado, a los pies de Muro de Roda, ahora está amenazada por un parque fotovoltaico proyectado en La Fueva que, si el sentido común no lo evita (la legislación no ayuda), mutará los cultivos en placas. Afectará al modo de vida de los vecinos del Sobrarbe (3 habitantes por km2), al paisaje y a los animales, en un ecosistema en el que la agro ganadería, aunque retrocede, es necesaria y de verdad, con sus 40.000 ovejas y 7.000 vacas.

La canción de La Ronda acaba con esperanza: "¡Que no, que no, que no hemos de llorar! (…) Si se nos cae la casa, ¡se vuelve a levantar!"

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Genoveva Crespo)

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