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Cartas al director de HERALDO: Los horarios comerciales en las fiestas navideñas

¿Cómo nos seducen las tiendas en Navidad?
Los horarios comerciales en las fiestas navideñas
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Los horarios comerciales en las fiestas navideñas

Estamos a punto de adentrarnos en la época más maravillosa del año. Reuniones familiares, comilonas, ricos manjares, y con esto no quiero decir que sea necesario gastar una barbaridad para disfrutar de estas fiestas, porque no es lo que desembolsamos, si no el cariño con que lo preparamos. 

Lo más hermoso es poder reunir a la familia o celebrarlo con aquellas personas que deseemos; y si nos apetece estar solos, también es una bonita forma de vivir la Navidad. Por desgracia, a veces no se puede elegir y es lo que hay. Sin embargo, ¿hemos pensado en esas personas que trabajan todos los días, incluso domingos y festivos? Además de no ver incrementados sus salarios, soportar interminables jornadas laborales, y demasiadas estupideces, se pierden los bonitos momentos que se viven mientras el resto de los comensales se dedica a organizar los preparativos. ¿Realmente es necesario tener las puertas abiertas hasta las diez de la noche? Este año Navidad y Nochevieja caen en domingo. Qué suerte para muchos, qué desgracia para otros. ¿Acaso no hay días y horas suficientes para comprar, que muchos establecimientos deben tener sus puertas abiertas hasta las siete, ocho e incluso más tarde? ¿Dónde está la conciliación familiar? Todos sabemos que hay trabajos que necesitan estar operativos veinticuatro horas, pero los comercios, ¿no tendrían suficiente jornada con estar operativos hasta las tres de la tarde? Muchos llegamos siempre a mesa puesta, corriendo y alterados. Y lo peor de todo es cuando sonriendo te dicen… "pobrecitos, os toca trabajar". No sé si estas jornadas les reportan beneficios a las empresas, pero si pensasen un poco más en sus trabajadores seguro que ganarían mucho más. Siempre se ha dicho que si se trabaja a gusto, el beneficio es mayor.

Josefina Palos Bernad. ZARAGOZA

Esclerosis múltiple, sí se puede

Soy una mujer de 35 años, madre de dos hijos y tengo esclerosis múltiple. Tengo discapacidad, pero eso no me impide desarrollarme profesional y personalmente. Cuando me diagnosticaron la enfermedad hace más de diez años, no sabía lo que me podría pasar ni si podría estudiar o trabajar. Tampoco sabía si podría cumplir mi sueño, ser madre. El lema que me ayuda a seguir adelante es: ‘vivir con la enfermedad, no para la enfermedad’. Soy terapeuta ocupacional, lo que no solo me ayuda sino que me permite ayudar a otros a vivir mejor. Esta enfermedad tiene mil caras, a cada persona le afecta de una manera. No quiero dar reglas a nadie, pero sí decir que por supuesto que tengo malos días y que me influye en el carácter, pero que lo que más me ayuda, a parte de mi familia y amigos, son actividades como el ejercicio físico, la lectura y la respiración cuando hago relajación. Cierto, que todos los días no puedo hacer lo mismo, pero sentada no me quedo y si estoy cansada la relajación me ayuda mucho. Cuando salgo de casa con mi silla eléctrica, motoreta para mis hijos Saúl y Mateo, lo hago con toda la dignidad de mi lucha diaria. He tenido que aprender a tolerar las malas miradas, como si fuera un bicho raro, pero bueno, ni saben ni quiero que sepan. En fin, he hablado de la esclerosis porque es mi caso, pero en todo tipo de patologías no queda otra que seguir adelante, de todo se sale, todo se supera. La actitud es muy importante. Doy las gracias a las personas que están estudiando la enfermedad, ya que con sus investigaciones se está avanzando mucho en la medicación. Y a las personas que padezcan lo mismo, que sigan luchando en el día a día con esperanza: un día se descubrirá la causa y se acabará por fin la lucha que nos ha tocado. Soy madre, esposa, hija y trabajadora cuando puedo. Tengo esclerosis múltiple. Se puede.

Sandra Sanz Pérez. ZARAGOZA

Los trenes de Aragón y de Cataluña

Vengo de mi querida villa adoptiva, Binéfar, y voy a mi ciudad natal, Zaragoza. Vengo en tren. Recorrido agradable y con cierta nostalgia. Es un viaje en el tiempo, al pasado por supuesto; porque, de entrada, la estación de Binéfar, preciosa, está totalmente anclada en el pasado, abandonada a su suerte (bueno, a la suerte del Adif, o sea del Gobierno central). Sin ninguna atención y cerrada al público, esperamos pacientemente a nuestro añorado tren. Subimos preguntando unos a otros si éste es el que esperamos. Subimos y viajamos viendo la estampa monegrina y del Somontano; vamos parando en estaciones similares, Sariñena, Tardienta, Grañén; con unos pasos a nivel ridículos y peligrosos; estaciones tercermundistas en definitiva. Vienen a mi mente los 6.000 millones de euros que solicitan en Cataluña para ‘sus’ cercanías, casi el presupuesto de toda la DGA en un año. Eso sí que es ‘progreso’, sí señor, y buena convivencia. Me reconforta ver que me acompañan jóvenes. ¡De qué nos quejamos, si además es gratis! No hay ni un solo cobrador. ¡Viaje gratis! ¡Qué bien! Pues no. Me enerva, porque si no pagas no hay viajeros y si no hay viajeros justificados, sobran las cercanías. Y una cifra escuálida de viajeros en un despacho justificará la injusticia y la desigualdad manifiesta. ¿Dónde se alza la voz para que nos oigan si están sordos de poder y de nacionalismos?

Javier Dieste Torres. ZARAGOZA

En la embajada española en La Paz

Le escribo estas líneas para denunciar el mal funcionamiento de la embajada de nuestro país en La Paz (Bolivia). En primer lugar, si uno llama a la embajada para consultar una duda le remiten a la cancillería. Facilitan tres números de teléfono, de los cuales el primero ni existe, el segundo nadie lo coge y en el tercero sale una locución que al final acaba colgando la llamada. Harto de intentar un contacto telefónico, me acerqué a la propia embajada y, ¡sorpresa!, solo atienden de 9 a 13. Vuelvo a ir en el horario indicado y una policía boliviana me indica que hay que hacer fila en la calle para ser atendido (no hay nadie más que yo). Después de un rato y ya con un cabreo considerable, la policía boliviana (muy amable) entra a preguntar a ver si alguien se digna en atenderme. Al poco rato aparece un funcionario (entiendo que lo es porque no se presentó ni nada parecido) al cual le expongo que no cogen el teléfono (afirma que no lo cogen por sistema) y me indica que debo mandar un email (cosa que ya había hecho y no me habían respondido casi dos meses después). Al final consigo que me diga que debo acudir a Tránsito boliviano a realizar mi consulta; eso, de forma enojada por indicarle el mal servicio que dan. Al ir a la administración boliviana de Tránsito se llevaron las manos a la cabeza de cómo no me habían podido decir en la propia embajada que mi carnet de conducir era válido para allí y que no necesitaba ningún papel añadido. Como pueden comprobar, un desastre.

José Antonio Quílez Berna. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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