El secreto del Santuario de Nocito

Romería a la ermita de San Úrbez, el ‘santo de las aguas’, en Nocito (Huesca)
Romería a la ermita de San Úrbez, el ‘santo de las aguas’, en Nocito (Huesca)
H. A.

El Santuario de San Úrbez, en Nocito, merece una visita porque conserva un retablo verdaderamente insólito y extraordinario. El conjunto arquitectónico que allí nos encontramos consta de una iglesia y de un monasterio construidos sobre los restos de un antiguo templo monástico mozárabe. 

La iglesia es desde luego bellísima y, aunque levantada en el siglo XII en estilo románico (se conservan de esa época diferentes relieves, el crismón, la pila bautismal…), fue notablemente reformada desde el siglo XVI hasta el XIX, en el que se le añadió el pórtico que podemos ver hoy; y el monasterio que la acompaña data del siglo XVIII, con una portada en arco de medio punto. Pero con ser de gran interés ambas edificaciones, el viajero curioso debe detenerse ante uno de los retablos de la iglesia, que es, como decíamos, lo más singular y asombroso de la misma, y que ha estudiado con su rigor habitual el profesor Víctor Juan Borroy, que fue quien nos lo descubrió y que va a publicar próximamente un libro, ‘El secreto de las pajaritas’, que analiza la historia de ese sorprendente retablo.

Durante la Guerra Civil, Nocito fue ocupado por milicianos anarquistas que destruyeron y quemaron los retablos de la iglesia. A principios de los años cuarenta, el cura de Nocito, mosén Vicente Opi Calvo, que pudo salvar la vida porque huyó en cuanto supo que se acercaban las columnas anarquistas, le pidió al carpintero del pueblo que construyera con los pobres materiales de que disponían dos nuevos retablos, uno que se colocaría en el altar mayor y otro en una capilla lateral, para sustituir a los que habían sido arrasados por el fuego en marzo de 1937. Aquel carpintero se llamaba Martín Ara Alpín, había estado afiliado a la CNT de febrero de 1937 a marzo de 1938 y había ocupado el cargo de secretario de la agrupación local del sindicato anarquista, razones por las que fue detenido y sufrió un Consejo de Guerra en julio de 1938. Tenía sólo dieciséis años. En los informes que se acompañaron al juicio, firmados por el alcalde de Nocito y el jefe de la Falange local, éstos afirmaban tajantemente que Ara no había participado en ningún acto delictivo, lo que sin duda fue decisivo para que lograra ser absuelto.

El Santuario de San Úrbez merece una visita porque conserva
un retablo verdaderamente insólito y extraordinario.
Oculta un misterioso homenaje a Ramón Acín

Con esos antecedentes, Martín Ara no estaba desde luego en condiciones de discutir las instrucciones de mosén Vicente, así que se puso manos a la obra y comenzó a trabajar en esos retablos. Ara sentía un gran respeto y admiración por el profesor, dibujante y pintor oscense Ramón Acín Aquilué, conocido militante anarcosindicalista fusilado en Huesca en agosto de 1936. Así que, en un acto casi suicida, decidió hacerle un homenaje en uno de esos humildes retablos y colocar en los laterales del mismo dos pajaritas de madera que recordaran a las que Acín había esculpido para el monumento del parque de Huesca inaugurado en 1929. Se jugaba la vida, pues los tiempos no estaban para bromas ni para homenajes a anarcosindicalistas fusilados, por lo que Martín Ara, cuando había celebraciones en la ermita y subían las autoridades, desclavaba las pajaritas para que nadie pudiera reconocerlas y después las volvía a colocar. Así estuvo años y años, poniendo y quitando las pajaritas (cuyo significado, es de suponer, nunca llegaría a conocer mosén Vicente), único emblema o símbolo anarquista que habrá permanecido dentro de una iglesia católica durante todo el franquismo. Allí continúan hoy esas pajaritas, en el retablo de San Úrbez, entrando a la iglesia a la izquierda, sin nadie ya que las quite y las reponga, como homenaje a Ramón Acín y a su admirador Martín Ara, el carpintero que quiso mantener siempre vivo el recuerdo del anarcosindicalista oscense en el interior de un templo católico.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Melero)

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