Quinielas gubernamentales

Tras prometer el cargo de presidente del Gobierno ante el rey Felipe VI en la Zarzuela, Pedro Sánchez ultima los nombres de su nuevo gabinete. En el Ejecutivo de coalición del PSOE y Sumar se da por segura la presencia de Félix Bolaños, María Jesús Montero y Teresa Ribera. El resto lo saben el presidente y Yolanda Díaz, quien tiene la potestad para designar a los ministros que correspondan a su formación. Lo que ya parece claro es que va a ser un equipo muy político y muy rocoso para abordar no solo la férrea oposición del PP y de Vox, sino sobre todo las exigencias de sus aliados. El líder socialista es consciente de que ha sometido su estabilidad a Junts, ERC, Bildu y el PNV a través de un marco negociador permanentemente abierto a posiciones de máximos. Sea como fuere, resulta apremiante la conformación del Gobierno porque el país tiene muchos desafíos a los que hacer frente. Moody’s ya ha alertado del impacto negativo sobre el rating de los acuerdos del PSOE.

Pedro Sánchez está ya volcado en la confección de su nuevo gabinete. Deberá ser un Gobierno sólido y competente porque está llamado, en nombre de los valores democráticos y el interés general, a no hacer más cesiones cada vez que necesite sacar adelante una nueva medida o un presupuesto. Antes de nacer este gabinete, el lehendakari Urkullu ya lo ha saludado afirmando que la ley de amnistía abre la vía a un referéndum en el País Vasco. Por desgracia, esta va a ser la tónica de la legislatura porque el líder del PSOE ha pactado con los nacionalistas catalanes y vascos unos acuerdos que violentan el proyecto común de país moderno que recoge la Constitución. Corresponde al resto del Estado y a la sociedad civil defender, por las vías democráticas, la igualdad ante la ley y la idea compartida y solidaria de España que construimos entre todos a partir del consenso de 1978.