Cierto instante

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Andaba buscando ‘El reino de Celama’ de Luis Mateo Díez entre mis dispersas estanterías. No lo encontraba. Aparecieron, sin embargo, dos ejemplares de ‘El tiempo de las mujeres’, novela de Ignacio Martínez de Pisón que me marcó mucho allá por 2002. 

Y también encontré un libro que no recordaba, ‘Máximas y pensamientos’ de Marcel Proust, que son aforismos extraídos de ‘En busca del tiempo perdido’. Llevaba días pensando en mi amiga Carmen Alvira, la cual me descubrió a Proust en el verano del 83 mientras pasábamos unos días de recogimiento y lecturas en su casa de Épila, y de paseos en bicicleta por los alrededores. Un día fuimos hasta Lumpiaque y me caí de lado en una cuneta cuando un camión de cerdos nos adelantaba. Yo solo pude leer dos tomos de ‘La Recherche’, que así lo decía Carmen, aunque me habría gustado haberlos leído todos para complacerla. Por entonces ella estaba leyendo a Wenceslao Fernández Flórez en un viejo ejemplar que había en aquella casa. Sus carcajadas me sobresaltaban y me daban envidia, así que ella decidió que lo leeríamos en alto, un trozo cada una, para reírnos juntas. Yo seguía un poco dolida porque al caerme de la bici, ella, que iba delante pedaleando con gran ligereza, se volvió a mirarme y se echó a reír mientras yo lloriqueaba como una boba sobre unos hierbajos. Reírnos juntas con los disparates de Wenceslao hizo que mi enfado se disolviera. Y hoy vuelve Proust a decirme: "El recuerdo de cierta imagen no es más que la añoranza de cierto instante; y las casas, las carreteras, las avenidas son fugitivas, ¡ay!, como los años".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Cristina Grande)

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