Los Santos Inocentes

Palestinos esperan la distribución de alimentos en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza
Palestinos esperan la distribución de alimentos en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza
Associated Press/LaPresse

Otoño de 2023. Las armas hablan en Palestina e Israel. Han transcurrido más de dos mil años desde que Herodes I el Grande ordenó ejecutar a todos los niños menores de 2 años de su entorno. Creía en la profecía de Miqueas, que decía que un niño nacido en Belén sería rey de los judíos, el mesías esperado. Este detalle solamente lo cita Mateo entre los evangelistas.

Cuenta la leyenda que el malvado personaje se sintió engañado por los Magos de Oriente, que debían indicarle el lugar exacto del nacimiento del Mesías. Se dice que un ángel se apareció en sueños a José, le dijo que se levantase, se marchase con la familia a Egipto y se quedase allí hasta nuevo aviso, porque Herodes intentaría acabar con el niño. La inquina hacia uno solo se convirtió en la mencionada matanza de inocentes que sostiene la leyenda. La iglesia cristiana la hizo suya y los convirtió en santos. Los recuerda el 28 de diciembre; un día que se presta a hacer inocentadas, siempre benevolentes. No cabe celebrar así la actual masacre israelí de los niños palestinos.

Lo de ahora no es leyenda. Inocentes niños y niñas palestinos: unos ya han muerto; otros sufren heridas, un lastre para toda su vida. Inocentes niños israelíes: muertos, heridos, desplazados o viviendo en temores y miedos permanentes. Unos y otros resultarán damnificados mentalmente. Puede que de mayores siempre busquen una intención compensatoria de los desmanes vistos o sufridos.

Si realmente ocurrió, aquella matanza tuvo un alcance limitado; no como esta de ahora, que es indiscriminada y se lleva por delante la vida entera –física y mental– de todos los niños y niñas que viven en la cárcel a cielo abierto que es Gaza, sin que la ética global se dé por enterada. Llegados aquí nos preguntamos otra vez qué había hecho mal toda la infancia de Gaza para someterla a semejantes torturas. También qué secuelas quedarán en los niños israelíes. ¿Por qué sus dirigentes no piensan en ellos y los exponen a castigos ideológicos permanentes desde que se creó el Estado de Israel?

Hubieran sido convenientes reacciones más contundentes al ataque dirigido por el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, quien, hace poco más de una semana, llamó a "una guerra santa de aniquilación" del enemigo. No es posible que sea ese el sentir de todos los israelíes, porque si es así merecen el aislamiento de la comunidad internacional. Ahora, como en tiempos de José, muchos palestinos sueñan con huir hacia Egipto o donde sea, pero las puertas están cerradas. Nadie quiere a los palestinos, sabiendo que no todos son terroristas como los de Hamás. ¡Qué lejos queda la Orquesta West-Eastern Divan de Daniel Barenboim, que quería unir con la música a israelíes y árabes! Nos razonó que para lograr la paz hay que combatir la ignorancia.

Ante las matanzas del ejército israelí, los países democráticos no se han expresado con contundencia para que el Gobierno de Israel y Hamás detengan sus combates. Seguramente habrá muchas contrapartidas al silencio, previsiones comerciales o ayudas de tipo desconocido, bombas superdestructivas al alcance, geopolítica a gran escala, etc.; pero ni por esas razones cabe el silencio. Los poderosos romanos tutelaban entonces a Herodes I, más o menos parecido a lo que hace Estados Unidos con el Israel actual. Guerra sobrepuesta al odio enfrentado que no es nuevo, que no sabemos a dónde llegará. Sin duda, Occidente ha perdido autoridad moral y queda lastrado por su incapacidad para pedir alto y claro el fin de la masacre, para fomentar el cultivo de la paz. ¿Y sus ciudadanos? ¡Qué será de Gaza después de que la guerra termine!

Aunque nada más sea por la infancia hay que levantar la voz, exponer las quejas de la inhumanidad ética que cada día alcanza a más gente. La infancia envejece demasiado pronto en muchos lugares del mundo. Sean musulmanes, judíos o de cualquier religión, los niños no deben ser sometidos a estas crueldades. Son el nexo de unión de las familias, el jugo y futuro de una sociedad. A veces solo les queda el recurso de jugar para postergar una parte de sus desdichas. Probablemente la mayoría de quienes mueven esta masacre –del lado de Hamás y de Israel– quedarán a salvo, cuando deberían ser juzgados por sus genocidios, crímenes de guerra y lesa humanidad. Así lo marca el derecho internacional.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Carmelo Marcén)

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