Por
  • Jesús Morales Arrizabalaga

Progresistas y ‘regresistas’

Progresistas y ‘regresistas’
Progresistas y ‘regresistas’
POL

Hasta ahora teníamos identificados dos estados de la materia política: el progresista y el conservador. En pruebas de laboratorio se ha conseguido una variante sintética de éste mediante la supresión de algunas neuronas: el inmovilista.

Este conocimiento está a punto de dar un vuelco si se confirma con ensayos clínico-políticos desarrollados en España la existencia de un tercer estado: el ‘regresista’.

Los conservadores son fácilmente reconocibles: quieren que las cosas sigan como están; admiten cambios, pero por pequeños pasos y sin tocar los principios básicos del modelo económico político en que se han acomodado (Salina). Los progresistas proponen avance, movimiento hacia adelante. En sociedades poco desarrolladas son también fácilmente identificables: como en ellas el ‘statu quo’ (que defienden los conservadores) tiene unos perfiles muy nítidos, la dirección de ese cambio de posición está bastante clara: los que no tienen nada quieren tener algo. Los problemas de doctrina aparecen cuando, como es de desear, estos descamisados comienzan a tener algo, incluso bastante, y se acomodan. Aquí la brújula es alterada por los campos magnéticos del bienestar, y la dirección de progreso se hace confusa: avanzar pero conservando. El camino se diversifica y se plantean encrucijadas. Han consumido sus referentes ideológicos para elegir camino. Agotada la inicial ración de ‘lembas’ marxistas, se alimentan de lo que encuentran en el camino, pero muchos de esos hallazgos son tonterías de charlatanes que no satisfacen las necesidades nutricionales. Vuelven a ser famélica legión pero ahora más por necesidad de alimento doctrinal que biológico. Ya sólo tienen el nudo nombre. Y lo usan. ¡Vaya si lo usan!

El regresismo se caracteriza por su alta volatilidad. ¿Qué define a un regresista? Ni quedarse, ni avanzar: viajes en el tiempo pero hacia atrás, hacia momentos anteriores o muy anteriores. Aparte de los problemas que ya se derivarían de esa improbable reversión, la cuestión se complica porque los regresistas quieren volver a lugares del pasado que nunca existieron.

El pacto entre el PSOE y Puigdemont es un ejemplo extremo de la curiosa mezcla que se produce en la política española entre quienes se dicen ‘progresistas’ y quienes, desde los nacionalismos periféricos, pretenden regresar a un pasado que nunca existió

Nuestro conocimiento de la historia se ha desarrollado mucho pero en círculos muy reducidos; falta difusión. En la imagen histórica que usan los regresistas abundan plácidamente invenciones y noticias ya rebatidas; afirmaciones descartadas. Pero les importa poco.

La política española lleva siglos con regresistas que, como Ulises escapando de la cueva de Polifemo, pasaban disimulados agarrados a la panza de los conservadores-cordero. Cuando la oportunidad política les ha llevado a abandonar esa cobertura y necesitan mimetizarse como progresistas queda al aire su desnudez ética.

El regresismo tiene grados, dependiendo de la distancia temporal y conceptual del destino de su viaje: los más abundantes prescinden del constitucionalismo, la Ilustración … y pretenden un trayecto regresivo que se iniciaría en 1714, pero cuyo destino último es el siglo X, la época que dicen de los estados naturales de libertad; su feliz y democrática edad media. Están convencidos de que allí encontrarán un Estado propio completo. Arcadias que sólo existen en las imaginaciones, porque antes de 1714, mucho menos en la Edad Media, no hay en España Estados como sujetos jurídico-políticos; sólo reyes. En esas sociedades los que campan por sus respetos son señores, abades y élites de las ciudades grandes; lo que llaman ‘reino’ son sólo ellos, las oligarquías opresoras. Las ‘libertades’ son sus posiciones de privilegio. Un regresismo que quiere saltar las barreras de 1837, 1812, 1714, la de 1412… para eludir las ‘dinastías invasoras’ (castellana, Austrias, Borbones) y recuperar ese estado de libertades naturales vascas, catalanas… Volver a sus democracias primigenias, sin mezcla étnica.

Partido Nacionalista Vasco, Junts, Esquerra… son regresistas.

En el estado actual de nuestras averiguaciones los modelos prevén una reacción en cadena al mezclar masivamente progresistas con regresistas, materia y antimateria. Las posibilidades de provocar un agujero negro político son altas; la afección a elementos básicos del Estado de derecho ya se está produciendo, comenzando por las estructuras más vulnerables (jueces y tribunales) que no tienen la capa protectora de lo ‘democrático’. Y eso, cuando la fusión progresismo-regresismo no ha pasado del plano teórico discursivo y ensayos a muy pequeña escala. Mendaces. Insensatos. 

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