La reapertura de la línea de Canfranc, definida por su claro valor estratégico, requiere para convertirse en realidad de un compromiso compartido a ambos lados de la frontera. La exigencia reiteradamente expresada por Aragón y Nueva Aquitania debe contar con el claro respaldo de los gobiernos nacionales de España y Francia, imprescindibles impulsores de un proyecto transfronterizo que trasciende a las regiones afectadas. 

Buscar el encapsulamiento del Canfranc como una cuestión estrictamente regional solo traduce una falta de medida y dimensión ante una conexión de trascendencia europea. Aragón no debe olvidar el peso de una reivindicación que no puede quedar olvidada ni relegada y que, pese a las actuales obras de acondicionamiento y mejora que se están realizando en el lado español, necesita de una imprescindible inversión en el lado francés

Tal y como expresó este martes en la estación de Canfranc el director general de Transportes del Gobierno de Aragón, Ángel Ania, el proyecto de reapertura de la línea, cuya fecha aproximada está fijada para 2030, necesita también de un túnel de baja cota de alta capacidad para garantizar una clara permeabilidad del Pirineo. 

Canfranc, cuyo valor simbólico carece de toda discusión, exige un compromiso cerrado por parte de las autoridades francesas -están pendientes de rehabilitación 33 kilómetros hasta Bedous- y de una mirada compartida que comprenda el valor de contar con un tercer paso fronterizo que se añada a los ya existentes en País Vasco y Cataluña. La naturaleza de la línea ferroviaria, su condición internacional, define un deseo de conexión que busca unas garantías de carga y transporte que quedarían plenamente satisfechas. El futuro demanda una mirada exigente que complete el acierto que supone para Aragón su creciente perfil logístico.